Opinión | A FONDO

Basta de crispación

Hace poco más de una semana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo pública una carta dirigida a la ciudadanía donde expresaba su preocupación por los constantes ataques que él y su familia llevan viviendo desde hace diez años. Una

reflexión compartida con el resto de españoles y españolas sobre la deslegitimación a la que ha sido sometido el gobierno progresista de España por parte de la derecha y a los bulos que cada día se publican desde ciertas webs y colectivos de extrema derecha.

Ciertamente, hemos vivido una semana intensa donde cada militante socialista ha alzado la voz de impotencia al ver cómo se intenta destruir con ataques personales a los políticos y políticas de izquierdas. Porque es eso lo que no les gusta al Partido Popular y Vox, que haya un gobierno centrado en las políticas sociales, en ayudar a la gente y que les ha ganado en varias ocasiones.

Y qué largos se han hecho estos cinco días para los que respetamos la democracia y creemos en la política del diálogo, el entendimiento y la convivencia. Nadie dijo que esto iba a ser fácil, pero sabemos que las decisiones valientes son las que pasan a la historia. El presidente del Gobierno de España nos pidió cinco días para reflexionar. Un ejercicio que, a mi modo de ver, es normal porque detrás de un presidente hay una persona de carne y hueso, con sentimientos y corazón que también se merece el entendimiento de poder reflexionar ante la situación que estamos viviendo.

Lo que está ocurriendo en nuestro país ha sobrepasado todo los límites de la decencia política. Cuando la discrepancia y el debate dan lugar a los ataques y al acoso personal, la democracia está enferma. Y así viene ocurriendo en España desde la entrada en las instituciones de la extrema derecha y la radicalización del discurso del Partido Popular.

Es lamentable ver como ciertos sectores políticos recurren a la descalificación personal, la confrontación, el señalamiento, el ataque a sedes y militantes, el acoso a familiares y la judicialización de la política en lugar de trabajar por el interés general y el bienestar de toda la ciudadanía. Esta vez, el blanco de los ataques ha sido la esposa del presidente, Begoña Gómez, a quien quiero trasladar todo mi apoyo.

En momentos como estos es cuando más necesitamos líderes como Pedro Sánchez, capaces de mantener la calma, la cohesión y la estabilidad en nuestro país. En política, como en la vida, no todo vale. Las elecciones se ganan en las urnas y no por medios infames.

El pasado lunes, el presidente nos anunció que continuaba con más fuerza todavía, que su mujer y él saben que los que no aceptan las reglas del juego van a seguir con sus calumnias y tratando de embarrar el tablero político porque no asumen que los españoles con nuestro voto decidimos que España tuviera una mayoría que mirara hacía adelante, y no un gobierno de las derechas para involucionar.

Pedro Sánchez lanzó la reflexión de un líder demócrata a la altura de las circunstancias apelando al respeto que todos deberíamos tener como sociedad.

Algunos se estaban frotando las manos pensando que Sánchez iba a dimitir, otros estábamos preocupados por pensar que esto podía suceder.

Con su decisión sale fortalecida la democracia, pues su dimisión hubiera servido de precedente para que la fachosfera se viera con la autoridad de poder poner y quitar gobiernos legítimos a base de mentiras, calumnias y difamaciones, tanto a nivel político como personal.

El presidente sabe que cuenta con el apoyo de millones de españoles y españoles, y, sin duda, el parón, silencio y reflexión de estos días a muchos nos ha ayudado también a pensar en qué hemos fallado para que nuestro compañero Pedro Sánchez se haya visto ante esta situación. Es momento para acelerar la transformación de nuestro país, para proponer más medidas que avancen en la construcción de una democracia que sea cada día más justa y libre.

Yo, como político, pero sobre todo como persona, respeto a cada una de las personas con las que discrepo ideológicamente. Por eso me gustaría aprovechar estas líneas para pedir que ese respeto sea mutuo. Juntos, todos los y las demócratas, podemos vencer a quienes estaban mejor con sus privilegios de clase y nos quieren sometidos a sus intereses. Por eso celebro la valentía con la que el presidente ha decidido continuar y abrir un debate crítico sobre el estado de crispación y sus causantes.

Las diferencias ideológicas se deben resolver, como ya he dicho, desde el respeto y en las urnas, con la democracia como principal bandera. Basta de deslegitimar al adversario con guerras sucias. Defendamos el debate de las ideas. ¡Adelante presidente!

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