Encontronazo con la rutina

Parecía tan lejos... y ya está aquí septiembre, con todos esos efectos secundarios que acompañan a lo que se ha llamado el síndrome posvacacional. Parece que fue ayer cuando hablábamos del endiablado panorama político nacional o el no menos demoníaco IPC que nos dispara la cesta de la compra. Cuestiones que han quedado difuminadas en unas vacaciones solo alteradas por el pico que ensombreció la gesta de nuestra selección femenina. Volvemos a la rutina, que no es otra cosa que retomar los ritmos vitales que nos marcan lo cotidiano. El periodo estival es la anestesia que nos autoimponemos para hacernos un reset necesario con un septiembre que nos enchufa a los asuntos pendientes.

Y para recordarnos este final del verano hasta la propia naturaleza nos pone en nuestro sitio con una meteorología que nos obliga a limpiar los imbornales si no queremos vernos arrastrados en una vuelta a cole que viene sumida en el caos. Alteraciones que tienen que ver con los problemas en las adjudicaciones de plazas docentes o la implantación de iniciativas en vísperas de la apertura de las aulas. En medio de esta rutina, volveremos a hablar de la cuesta de septiembre, un repecho que en los últimos años ha dejado en pañales al largo y tedioso enero, donde la vuelta a las aulas es ya un puerto de montaña sin metas volantes, o donde la reapertura de las persianas comerciales sucumben al óxido que dejan los sobrecostes; porque septiembre no es un reencuentro, sino un encontronazo al que tocará sobreponerse.

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