VIVIR ES SER OTRO

Cocaína y tabaco

Carlos Tosca

Carlos Tosca

Vimos el otro día, en una película, la enésima escena de alguien tomando cocaína. Comentamos que en el cine actual se ven más tipos esnifando droga que fumando cigarrillos. Mostrar el consumo de tabaco se ha vuelto un tabú, mientras que la coca se ha establecido como habitual. Diría, así a bote pronto, que igual nos preocupamos demasiado por los pitillos y quizá banalizamos el consumo de ciertas sustancias. ¿Acaso la cocaína ha bajado de categoría y ahora está entre las llamadas drogas blandas?

La lucha contra el tabaquismo dio un salto sustancial cuando se prohibió consumir cigarrillos en sitios cerrados. Lo que al principio parecía una locura, ahora se ha vuelto normal. Poco después de la prohibición aquí viajamos a Rumanía, donde por entonces todavía se permitía fumar en bares y restaurantes. Me pareció increíble lo que, apenas cuatro o cinco años atrás en España resultaba habitual: llenar de humo un lugar donde la gente está comiendo, con niños, ¡bebés! Espantoso.

Parecía una medida imposible de aplicar, y la picaresca española se puso en marcha al principio. Los clubs de fumadores encubiertos, es decir, bares de toda la vida reconvertidos, surgieron como setas en otoño. Pero, con el paso del tiempo la razón se impuso y hoy es una medida que todos vemos como sensata e incuestionable.

Solo deseo que la disminución del consumo de tabaco no nos haya abocado a un incremento de las drogas ilegales, claro. Si Hollywood es una muestra representativa, estamos yendo en esa horrorosa dirección.

Constato, desde la web del Ministerio de Sanidad, que siguen las campañas contra el tabaquismo y las drogas, aunque, que me perdonen las autoridades si ando algo despistado, yo no las percibo. Quizá veo poca tele convencional. Cuando era joven, los anuncios publicitarios al respecto eran frecuentes e impactantes. Te asustaban. Quién no se acuerda de aquel en que un gusano entraba por la nariz del cocainómano.

Jesús Gil

Recordemos aquellas campañas. Mítica fue la protagonizada por Diego Armando Maradona para la Generalitat de Cataluña en 1984. El astro argentino sale, todo sonrisa y alegría, jugando a fútbol en la playa y recomendando que «si te ofrecen drogas, di que no». Y subamos la apuesta a los famosos partidos contra la droga. Qué momentos nos brindaba cada año ese evento. Al Pelusa junto a Julio Alberto, también consumidor habitual entonces, con camisetas que lucían el lema No drug. También son inolvidables las imágenes de Jesús Gil con la zamarra ceñida, ceñidísima, contrayendo las lorzas del dicharachero --por no decir otra cosa-- presidente del Atlético de Madrid. ¿Por qué se ha perdido eso en el fútbol moderno? Quizá sea de las pocas cosas que echo de menos de aquella época, no por su valor intrínseco, sino por soltar unas carcajadas, que siempre vienen bien.

En fin, que no sé si estamos asumiendo como normal el consumo de ciertas sustancias ilegales, o si las instituciones públicas nos conciencian como lo hacían antaño. En el estudio sobre hábitos de la juventud parece que el tabaquismo entre chavales de instituto ha bajado casi a la mitad, y el de la cocaína ha subido un poquito, pero sigue en niveles muy bajos. Por tanto, creo que mi percepción inicial es, afortunadamente, errónea. Eso sí, parece, solo parece, que la medida de la prohibición del consumo de tabaco en lugares cerrados ha surtido más efecto que las campañas contra las drogas vinculadas al fútbol. Así que tenemos pocas posibilidades de reeditar los partidos contra la droga. Lástima.

Editor de La Pajarita Roja

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