A FONDO

Hay que plantarle cara a Pedro Sánchez

Lo que ahora está en juego es la libertad y todo nuestro sistema social

Marta Barrachina

Marta Barrachina

Me gusta mucho recurrir al diccionario para comprobar que utilizo las palabras con propiedad, de manera correcta… O sea, que escribo y digo lo que quiero escribir y decir. Y es que a veces las palabras, por mucho usarlas, pierden su verdadero significado y nos provocan graves problemas… la Real Academia de la Lengua Española define amnistía como «derogación retroactiva de la consideración de un acto como delito, que conlleva la anulación de la correspondiente pena». Más claro agua: derogación de un delito y anulación de la pena… Y los que cometen delitos son delincuentes. Ni más ni menos. Que no nos engañe Pedro Sánchez, que para mantenerse bien atado a su sillón negocia con delincuentes --no lo digo yo, lo dice la RAE-- sin la menor vergüenza. Poco le importa la dignidad de España y de los españoles. Poco le importa la unidad de nuestro país. Solo hay una cosa que de verdad le motiva: el poder. Nada más que el poder. Solo el poder. Todo por el poder.

El de Sánchez y este nuevo PSOE que ha llevado al extremo del mapa político nacional es un poder absolutista. Un poder basado en la mentira que recuerda mucho al de sus adorados dictadores caribeños y centroamericanos: desde los Castro hasta Maduro pasando por Daniel Ortega. Política y demagogia van de la mano cuando se trata de Pedro Sánchez. «Yo no miento, sino que cambio de opinión», ha dicho en más de una ocasión el líder socialista para justificar sus vaivenes políticos y su falta de coherencia y dignidad. Ahora, Pedro Sánchez ha vendido la Moncloa a los separatistas catalanes. Puigdemont es el que va a marcar la política española desde su odio a este país del que quiere desvincularse. Y eso no podemos tolerarnos.

El chantaje del prófugo

No podemos consentir que quienes quisieron dar un golpe de estado a la soberanía de todo el pueblo español, sean ahora los que marquen el rumbo de la política nacional. Al aceptar el chantaje del prófugo Puigdemont para seguir okupando la presidencia del Gobierno de España, a pesar de que, una vez más, no ha sido el candidato mayoritariamente votado por los españoles, Pedro Sánchez arrastra por el barro el nombre de nuestro país y, por extensión, el de todos los españoles.

Pedro Sánchez no puede humillar una soberanía nacional erigida por una Transición histórica y modélica. Pedro Sánchez no puede jugar con el futuro de los españoles. Y si quiere hacerlo, nos tendrá a nosotros enfrente. Cara a cara. No nos vamos a acobardar. No lo vamos a tolerar. No vamos a permitir que Pedro Sánchez culmine su plan soberanista con nuestro silencio. Por eso, el próximo domingo, los castellonenses --junto a valencianos y alicantinos-- debemos convertirnos en una marea que inunde las calles y plazas de Valencia para mostrar nuestra más enérgica protesta y nuestro rechazo más firme contra la concesión de la amnistia a quienes atentaron contra el estado de derecho y la libertad de todos los españoles.

Gritar muy alto

Al lado de nuestro presidente nacional, Alberto Núñez Feijóo, el líder más votado en las pasada elecciones generales; y a nuestro presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón; debemos gritar muy alto y de manera contundente que la dignidad de nuestro país no está a la venta y que ni tan siquiera es propiedad de Pedro Sánchez. Debemos hacer alarde de nuestra fuerza, de nuestra capacidad de movilizar a todo un país para defender nuestros derechos, para que nadie nos robe nuestro futuro y, sobre todo, el de nuestros hijos.

El domingo todos debemos ser uno para mostrar nuestra indignación por las negociaciones de Pedro Sánchez con Puigdemont. Todos debemos ser una para decirle a todos los castellonenses, sin importar su ideología, que no se dejen marear por cantos de sirenas y no apoyen las medidas ególatras de Pedro Sánchez. Lo que ahora está en juego no es una forma u otra de gobernar. Lo que ahora está en juego es la libertad, todo nuestro sistema social. No se puede jugar con la dignidad de un pueblo que construyó su democracia a base de talento, talante y mucha generosidad por todas las partes.

Presidenta del PPCS, de la Diputación Provincial de Castellón y alcaldesa de Vall d’Alba

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