LA FIRMA DEL DIRECTOR

Rivales por naturaleza

Ángel Báez

Ángel Báez

La rivalidad es un concepto que siempre acompaña a la condición humana como parte de esa naturaleza que hace de la contradicción modelo de supervivencia. Somos rivales porque somos humanos, y esa competencia nada tiene que ver con ser o no ser parte de un mismo grupo de interés. Los hermanos y amigos rivalizan, jugadores de un mismo equipo compiten... es habitual. Lo que resulta llamativo es que esa rivalidad impida llegar a la distensión una vez terminado el partido. Y en política sucede. La sana rivalidad se convierte en insalubre cuando se originan los desequilibrios. Los procesos de primarias, auténticos rings boxeísticos, suelen dar buenos titulares en plena ebullición de unos desencuentros en el que el ganador se lo lleva todo.

[Como en todo, también hay gente cercana --muy rara-- que en su condición de mal humano, no dudan en manifestarse como mal oponente al elegir perder para insuflar de felicidad al feroz adversario. Pero esta es otra historia.]

Está claro que en política las rivalidades entre semejantes tardan en cicatrizar, si alguna vez se logra cerrar heridas. Es lo que suele pasar en los periodos precongresuales, donde elegir la opción más acertada es, en ocasiones, apostar al Euromillones, salvo que estés de vuelta de todo. Los socialistas hoy tienen ante sí un tiempo donde rivalizar y contraponer lo que un día empezó a llamarse las diferentes sensibilidades y que hoy ocupan buena parte de los argumentos subterráneos en esa búsqueda constante de unas mayorías que dan derecho a todo.