Accidente en Asturias

Un tren en vía muerta: el proyecto de transporte para los Lagos ideado para evitar el tráfico y los autobuses

La primera propuesta del ferrocarril data de 1998

Llegó a haber unanimidad para estudiar el proyecto en 2017, pero acabó aparcado

Un autobús en los Lagos de Covadonga.

Un autobús en los Lagos de Covadonga. / IRMA COLLÍN

Ramón Díaz | V. M.

el tren de cremallera a los Lagos lleva en danza desde hace un cuarto de siglo. El 28 de marzo de 1998, Juan José Tielve, consejero de Fomento del Gobierno de Sergio Marqués, presentaba la propuesta. Era la alternativa de aquel ejecutivo del PP a los monumentales atascos que se registraban durante todo el verano, la Semana Santa y los principales puentes del año en la carretera que une Covadonga con los Lagos Enol y La Ercina. Y para evitar el riesgo de accidentes como el ocurrido este lunes, cuando un autobús del plan de transportes se salió de la carretera y se deslizó por una pendiente varios metros, provocando 49 heridos de diversa consideración, entre ellos 10 menores de edad. El tren nacía, por lo tanto, de la necesidad de una solución a un problema sin resolver, y como alternativa a decenas de autobuses circulando por una carretera que no está diseñada para semejante tráfico, tal y como defendió entonces el Gobierno asturiano.

Pese a que el tren de cremallera propuesto por Tielve solo se adentraría un centenar de metros en el parque nacional de los Picos de Europa, el proyecto suscito el inmediato rechazo frontal de ecologistas, montañeros y las formaciones de izquierdas. De hecho, el 17 de abril de 1998, la Junta General del Principado rechazaba con los votos de la izquierda el proyecto de Tielve, que cifraba la inversión en unos 2.300 millones de pesetas (algo menos de 14 millones de euros), que aportaría el Principado, aunque no se descartaba recabar ayuda estatal. Los cálculos iniciales hablaban de un viaje de 20 minutos y de capacidad para transportar 900 viajeros a la hora. Otra ventaja: acabaría con la estacionalidad turística, según sus defensores.

El proyecto del tren a los Lagos quedó aparcado en 1998, tras estallar la crisis del PP que enfrentó al entonces todopoderoso Francisco Álvarez-Cascos con Sergio Marqués y que acabó con éste y parte del Gobierno regional creando otro partido, la Unión Renovadora Asturiana (URAS). El tren de cremallera resurgió en varias campañas electorales. También en 2008, cuando empresarios de la comarca del Oriente rescataron la idea de Tielve. Pero quedó de nuevo apartada por los dirigentes del Principado, en vía muerta.

En 2017 sí volvió a estar a punto de salir adelante. Estaba todo resuelto. Había una empresa interesada en impulsar un proyecto público-privado con una inversión de unos 80 millones de euros, según los cálculos de una constructora asturiana y una empresa ferroviaria. Se pusieron como ejemplos el tren abierto en Nuria, en los Pirineos, en 1931, así como el Glacier Express y el Jungfraujoch, en las montañas de Suiza.

Los ecologistas se mostraron hace años dispuestos a apoyar el tren si se cerraba la carretera actual a los Lagos

Hubo entonces un cambio importante en la posición de algunas formaciones de izquierdas y grupos ecologistas. El coordinador de IU y ahora consejero, Ovidio Zapico, pidió en 2017 reabrir el debate sobre el tren a los Lagos como alternativa al transporte por carretera, pero garantizando "la situación social y laboral de colectivos como los taxistas que tienen en el transporte de viajeros a los Lagos una de sus principales fuentes de ingresos anuales". Incluso los conservacionistas anunciaron un "sí" al tren, siempre y cuando se eliminase la carretera desde Covadonga.

Hasta el PSOE asturiano, que ya había estado en contra del funicular de Bulnes –aunque cuando llegó al gobierno lo terminó– llegó a respaldar la idea del tren de cremallera. Y el Ministerio de Fomento (ahora de Transportes) anunció que respaldaría el proyecto y "tiraría para adelante" siempre que los "agentes potentes" no pusieron problemas. ¿Qué agentes? Fundamentalmente, los principales colectivos ecologistas nacionales: no querían pancartas de protesta frente a la sede ministerial. De hecho, hubo unanimidad en la Junta General al apoyar una proposición no de ley para realizar un estudio sobre la viabilidad del tren a los Lagos. ¿Qué ocurrió? Pues que, una vez más, "determinados intereses económicos acabaron imponiéndose", relata uno de los protagonistas políticos de la época.

Claro que el tren no es la única alternativa a la carretera de los Lagos. Podría abrirse otra. Hay pistas en Onís ganaderas por la zona de Gamonéu que llegan a una zona muy cercana a los Lagos, que no tocan el parque nacional y que dejarían a los visitantes a una simple caminata de Enol y La Ercina.

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