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se cumplen 20 años desde la desaparición de sonia rubio

El investigador jefe del ‘caso JFV’ lo define como un “cazador de mujeres”

Asegura que Ferrándiz confesó las muertes, pero negó toda crueldad porque no aceptaba su faceta violenta. Tomás González, subteniente de la Guardia Civil, siguió al asesino en serie durante meses y logró su detención

El investigador jefe del ‘caso JFV’ lo define como un “cazador de mujeres”

La investigación que llevó a cabo la Guardia Civil de Castellón para esclarecer los crímenes de Joaquín Ferrándiz Ventura (JFV) y para poder capturar al peligroso asesino en serie es una de las más laboriosas que se han realizado en la historia provincial. El subteniente Tomás González, actual jefe de la Unidad de Policía Judicial adscrita a la Audiencia Provincial y a la Fiscalía de Castellón, y condecorado con la Cruz de Plata, dirigió las actuaciones hace 20 años.

“Ferrándiz era un cazador. De noche dejaba a la que era su novia en casa y se iba a una discoteca. Pedía siempre lo mismo, vodka con naranja, y buscaba a su próxima víctima. Salía de caza”, revela González, quien por aquel entonces era el jefe del Equipo de Delitos contra las Personas y Grupo de Homicidios. Recuerda que el despliegue policial fue “tremendo” desde que desapareció la joven Sonia Rubio, la primera fallecida en manos de JFV.

“Su foto estaba por todas partes. En taxis, estaciones, aeropuertos, tiendas... y en varios idiomas. El caso tuvo muy mala pinta desde el principio, sabíamos que no acabaría bien”, lamenta.

Ella había vuelto de Londres ese mismo día y no había tenido tiempo ni de deshacer la maleta. La dejó sobre la cama y se fue de marcha con sus amigas. “No tenía sentido que Sonia desapareciera y eso es lo que nos hizo ver que esa ausencia no era normal; y ahí empezó todo”, confirma.

SE CONOCEN EN UN BAR // Ferrándiz se había fijado en ella semanas antes de secuestrarla. Acudía al bar que había debajo de casa de Sonia Rubio, donde ella compraba tabaco. Se cruzaban, se conocían de vista. “Por eso, ella se fió de él cuando JFV se ofreció a llevarla en su coche. Se creía que lo conocía, pero nada más lejos de la realidad”, asevera el subteniente de la Benemérita.

Desde que la profesora desapareció, Castellón comenzó a abrir todos los informativos nacionales. Su búsqueda, el hallazgo del cuerpo, los asesinatos de Mercedes Vélez, Natalia Archelós y Francisca Salas en el Camí Vora Riu (Vila-real) y el posterior rapto y muerte de Amelia Sandra García provocaron que la provincia estuviera en el punto de mira de la crónica negra española.

“Sonia era vecina mía en Benicàssim. Sus padres tenían el apartamento al lado del mío. En Castellón, era a Ferrándiz a quien tenía de vecino. Toda una casualidad. Cuando un cazador descubrió el cuerpo sin vida de Sonia, cerca en un vertedero incontrolado de Orpesa y completamente momificado, todos sabíamos quién era”, asevera. Uno de los momentos más complicados del caso JFV fue la detención equivocada del camionero Claudio Alba como presunto autor de las muertes de Vora Riu. Un inocente que cumplió 5 meses de cárcel por un crimen que no cometió. “Cuando la policía lo detuvo, nosotros ya sabíamos que él no era porque ya teníamos a Ferrándiz”. H

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