Gritos e increpaciones a las puertas de la sala de la Audiencia Provincial, donde ayer comenzó el segundo juicio por el crimen del castellonense Miguel Navarro Fernández --apodado Maikel--. Una tensa jornada en la que familiares de la víctima mostraron carteles con la cara del fallecido y clamaron justicia entre fuertes medidas de seguridad. Una decena de guardias civiles estaban encargados de garantizar el orden para que los altercados que se produjeron en el anterior juicio del 2017 --otras dos personas ya están condenadas por participar en la muerte cuando tenían 14 y 17 años-- no se repitieran.

El único adulto implicado en el asesinato, Aurel A.S., de 22 años y origen rumano, se sentó en el banquillo para enfrentarse a un jurado popular y a penas que superan los 20 años de prisión --el fiscal solicita 22 y la acusación particular, 25--. Aunque el juicio se celebró a puerta cerrada por motivos de seguridad, fuentes del caso confirmaron al periódico Mediterráneo que el acusado reconoció el crimen y admitió que asestó diversos hachazos a Maikel

El procesado, que no pidió perdón por el crimen, solo respondió a preguntas de su defensa y alegó que el día de los hechos consumió cocaína y cannabis. También dijo que uno de los menores le hizo «chantaje emocional» para que participara en el asesinato y que él lo hizo. Su abogada insistió en que el acusado sufre un trastorno límite de la personalidad, tildándolo de border line, y dijo que el asesino confeso tiene dificultades en la comprensión.

Los dos adolescentes que ya fueron condenados por el asesinato en 2017 declararon como testigos. Uno de ellos se erigió, por primera vez desde su detención, como líder del crimen.

Familiares de la víctima y del acusado declararon brevemente y hoy será el turno de policías del caso y médicos forenses.