En Liverpool no se andan con tonterías para amedrentar a los rivales. Para ganar, cualquier aspecto sirve. Y si hay que generar una atmósfera hostil para el equipo rival que visita Anfield, se hace. La expedición del Villarreal ya lo vivió hace seis años, en la vuelta de otra semifinal contra los ingleses, pero en la Europa League. 

En aquella ocasión, el autobús que llevaba a los jugadores y cuerpo técnico al estadio vivió una auténtica encerrona en la estrecha calle que daba acceso a la entrada del equipo amarillo al campo de la ciudad inglesa. 

En ella se agolparon un nutrido grupo de hinchas del Liverpool sin que la seguridad privada del club red ni la policía diera la debida protección al autocar, que llegó a vivir momentos delicados, incluso con la rotura de alguna luna. Era una forma de empezar a ganar al rival fuera del estadio. Luego, en el campo, el técnico del Submarino en aquel entonces y algunos jugadores también fueron insultados en medio de un clima muy adverso contra el Villarreal. El objetivo no era otro que voltear el 1-0 del partido de ida y alcanzar la final de la Europa League en aquel entonces. 

En el partido de ida de estas semifinales estaba todo preparado para que sucediera algo parecido, pero el responsable de la seguridad del Villarreal fue más listo y con la colaboración de la UEFA cambió el recorrido de llegada accediendo por otro sitio distinto. Cuando los seguidores del Liverpool se dieron cuenta ya no tuvieron tiempo para reaccionar. Intentaron seguir al autobús pero ya se les había escapado. La estrategia de Manuel Casarrubio había surtido efecto y se pudo esquivar a los ultras red.