Es poco común que en una pareja ambos compartan el mismo hobbie, y más cuando de deporte se trata. Por regla general, los pasatiempos suelen utilizarse para romper con la rutina diaria y es extraño ver casos en los que un matrimonio se implica en su afición por algo hasta tal punto que lo han convertido en una forma de vida. Es el caso de Mónica Feliu y José Ramón Pérez, esposa y marido, dos miembros del Club Atletisme Running Castelló que han convertido el running en otra manera de convivir en pareja.

La burrianense, de 47 años para 48 -el próximo noviembre-, y el castellonense, de 54, ya son, evidentemente, veteranos en el mundillo de las carreras de montaña, pero como ellos mismos comentan, se sienten como “unos jovenzuelos”. Y lo más meritorio del caso no es que corran diariamente, si no que son especialistas en competiciones de larga distancia, las denominadas ultras.

‘FINNISHERS’ DE NIVEL // Dentro del argot de los runners, aquellos -la mayoría- que disfrutan haciendo carreras con el objetivo de finalizarlas, que ya es mucho, son denominados finnishers -finalizadores-, y es así como se consideran ambos, puesto que, además, terminan juntos y a la vez las diferentes pruebas.

“Las carreras son nuestra pasión y apenas nos perdemos una. Hemos convertido un hobbie en una forma de convivir y somos muy felices por ello”, explica Mónica, quien añade que “incluso nos planificamos las vacaciones en función de alguna carrera que podamos realizar en la región o país donde decidimos viajar”.

Ramón, por su parte, no olvida que su propósito es llegar a meta. “Yo soy muy competitivo, pero tengo muy claro qué tipo de carreras son las ultras. Por eso solo somos finnishers, no nos obsesiona el tiempo”, reconoce.

Entre su palmarés de carreras ultras terminadas están las dos con mayor prestigio de la provincia: la Marató i Mitja Castelló Penyagolosa (MiM), de 65 km.; y la CSP-115 (118 km.); así como una de las pruebas de alta montaña más importantes del planeta, la Ultra CCC Montblanc (100 km.) en los Alpes de Italia, Suiza y Francia; la GR-10 de Valencia (96 km.); Cavalls de Vent, en Pirineos (90 km.); y Ultra Trail del Rincón de Ademuz (100 km.). Y a excepción de un par, el resto las han terminado en más de una ocasión, algo muy complicado de hacer.

Incluso el mérito suyo tiene mucho más valor, pues ambos solo practican carreras ultras desde 2011. “Comencé yo a correr y al poco tiempo Mónica también se aficionó. Nos apuntamos al Running Castelló, que es una gran familia, y ahora lo hacemos todo juntos, tanto la convivencia diaria como nuestra afición, el running”, explica él.

Sobre el día a día, tanto en casa como en la montaña, Ramón confiesa un secreto: “Eso sí, quizá discutimos más por correr que por otras cosas”. “Toda pareja riñe, pero cuando es en una carrera, se te pasa enseguida, porque el uno necesita del otro para superar esos momentos de bajón que siempre hay en una ultra”, añade.

Para ambos, el running es su forma de vida. “Te ayuda tanto física como mentalmente”, indica Mónica. Ambos compaginan el trabajo con este hobbie que ya “es una cosa más en nuestra agenda diaria. Y al ser dos, el uno siempre tiene el apoyo del otro”, confiesa. Y que dure finnishers. H