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Los testimonios de la guerra

Refugiada ucraniana en Castellón: «he huido para salvar a mi hijo»

Katya y su hijo descansan con su familia de acogida de Nules, mientras confía en que la guerra termine cuanto antes

Katya y su hijo de dos años viven en Nules con la familia que durante muchos verano la acogió en el plan ‘Vacaciones saludables».

La guerra, sin duda, muestra lo peor del ser humano, pero también lo mejor. Una prueba clara de esto último es la familia Romero-Recatalá de Nules, que ya respiran más tranquilos tras haber abrazado a Katya Chupyra, una joven de 22 años que ha huido con el único objetivo de «poder poner a salvo de las bombas» a su hijo de solo dos años y a dos de sus sobrinos de 11 y 13 años. Estos últimos están ya con otros familiares de acogida en Castelló y un municipio valenciano. 

Llegó el pasado lunes a primera hora de la mañana tras casi cinco días de duro periplo. Tras haber descansado, Katya atiende a Mediterráneo en el comedor de la que ahora es su casa, junto a los que considera sus otros padres. El cariño de José Antonio y de María Mercedes con la joven y el pequeño se observa solo abrir la puerta.

Katya y su hijo de dos años viven en Nules con la familia que durante muchos verano la acogió en el plan ‘Vacaciones saludables». Sara Rios

«Yo no quería irme porque Bucha -su ciudad a solo 30 kilómetros de Kiev- es mi casa, allí tengo a mi marido, a mi hermano, a mi suegra y a mi abuelo. Ellos no piensan moverse. Yo decidí marcharme al quinto día de la guerra», explica esta joven con un claro español que aprendió durante todos los veranos en los que vino a Nules gracias al programa Vacaciones saludables que gestiona la Asociación Niños de Ucrania de Castellón Aniukcas.

Todavía recuerda como la guerra no entraba en sus planes. «Justo ese día yo había ido a hacerme la manicura», recuerda esta ucraniana que trabajaba hasta hace unos días como cajera de un supermercado en la ciudad de Irpin, que al igual que Bucha, ahora está prácticamente destruida. 

«Al regresar a casa, vi una bomba caer . Ahora allí no tienen agua, ni luz, ni gas. Mis gatos han muerto. A la hora de irme entraron los tanques rusos y los soldados van de casa en casa saqueando y matando a la gente», explica, mientras asegura que su corazón y su pensamiento están allí. Hace unas horas que no sabe nada de su marido y de su abuelo y solo espera tener noticias de ellos. Su hijo pregunta por su padre y besa la fotografía de la pantalla del móvil.

Katya y su hijo de dos años viven en Nules con la familia que durante muchos verano la acogió en el plan ‘Vacaciones saludables». Sara Rios

Ella confía en la pronta resolución del conflicto. «Si los rusos piden Crimea y el Dombás para parar la guerra y marcharse, que se lo den y esto acabe ya», remarca.

Sus padres de acogida

Atentos escuchan su testimonio sus padres de acogida. «Hasta que no llegó, no dejamos de padecer», señala María Mercedes, mientras que su marido recuerda que cuando leyó el mensaje de Katya diciendo que había empezado la guerra no pudo evitar llorar mientras estaba trabajando el huerto. «Los papás harán lo imposible para que vengas aquí», le prometieron.

Ya le han tramitado el SIP provisional, «con una gran amabilidad en el centro de salud», y ahora esperan que los trámites de su empadronamiento y el de su hijo sean rápidos.

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