El inicio de la campaña citrícola en Castellón en seis claves

El cierre de tres empresas en un tiempo récord evidencia que la citricultura ha entrado en Castellón en un nuevo ciclo 

 Diversificar la oferta es uno de los grandes desafíos, pero choca con una estructura basada en el minifundio

El sector citricola da empleo en plena campaña a 25.000 personas

El sector citricola da empleo en plena campaña a 25.000 personas / Mediterraneo

Elena Aguilar

Elena Aguilar

La naranja presume de ser una de las frutas más dulces, pero este año en Castellón casi todo lo que tiene que ver con la reina de la agricultura tiene un sabor amargo. Y eso que la campaña todavía no ha empezado. A muy pocos días del inicio de la recolección de la clemenules, la variedad mayoritaria en la provincia, las noticias que rodean al sector no son demasiado halagüeñas y demuestran a las claras que la citricultura ha entrado en un nuevo ciclo, un camino que todo el mundo da por sentado que ya no tiene retorno y al que tanto los productores como los comercializadores van a tener que adaptarse.  

Tres cierres de empresas en poco más de un mes

Desde finales del pasado mes de agosto la citricultura de Castellón no para de recibir golpe. Y cada nuevo revés es más grave que el anterior. Primero fue la cooperativa Cítrics de Nules, fundada hace tan solo dos años como consecuencia de la unión de Cipla y el gigante Nulexport, la que anunció su desaparición tras presentar el concurso de acreedores por no poder hacer frente a unas deudas de 21 millones de euros (algo más de 14 millones con los bancos y seis con proveedores. Además, y de manera complementaria, la entidad ha planteado ERE de extinción para el 100% de la plantilla, compuesta por algo más de un millar de trabajadores. A este cierre se han unido también otras dos malas noticias: la decisión de citrícola Greenmed de Almassora (antigua Martinavarro) de cesar el manipulado fruta y trasladarlo a otros tres almacenes de Valencia y la desaparición de Agrios de Nules, con sede en Burriana, y el despido de sus cerca de 90 trabajadores.  

La mitad de operadores que hace veinte años

Los cierres de cooperativas y comercios privados han acelerado en las últimas semanas, pero los datos demuestran que la tendencia a la baja en el número de operados viene de lejos. De hecho, y según las estadísticas de Asociex, la Asociación de Exportadores de Fruta de Castellón, en apenas dos décadas han desaparecido prácticamente la mitad de las cooperativas y comercios privados, al pasar de 121 en 2003 a 68 este año. La peor parte de ese recorte se la han llevado las cooperativas, un modelo de negocio que pasa por un momento delicado y desde el 2003 su cifra se ha recortado un 61% (de 31 a 12). Por lo que se refiere a los comercios privados, quedan 56, un 37% menos que hace dos décadas, cuando se contabilizaban 90.

Quinta temporada seguida con una merma en la cosecha

Si la campaña 2022-2023 ya pasó a la historia en Castellón como una de las más cortas que se recuerdan, este año volverá a suceder exactamente lo mismo o será incluso peor. Los datos del aforo citrícola, publicados a mediados del pasado mes por la Conselleria de Agricultura, revelan que en el conjunto de la Comunitat se espera una cosecha un 3,8% inferior a la del año pasado (las cifras oficiales hablan de 2,8 millones de toneladas), aunque en Castellón el descenso todavía será más acusado: apenas 579.000 toneladas de fruta, lo que supone un 7,8% menos. Y la previsión para la clemenules aún es más pesimista: 284.500 toneladas de fruta, un 15,2% menos que el año pasado. No obstante, las organizaciones agrarias que la cantidad de fruta que finalmente se comercializará será aún más baja, ya que las últimas tormentas de granizo afectaron a un número bastante importante de hectáreas en Burriana o Les Alqueries.

Lo más positivo: unos precios más altos en el campo

La caída de la producción (a nivel nacional la previsión de cosecha es de 5,7 millones de toneladas, la segunda cifra más baja de los últimos 11 años) llega acompañada por un incremento de los precios en origen. Las operaciones de compraventa de clemenules se están cerrando a entre 0,43 y 0,48 euros el kilo (la oronules alcanza incluso los 0,81 euros) y, en general, los valores se sitúan entre 15 y 20 céntimos por kilo más altos que la campaña pasada. Y lo mejor de todo es que la mayoría de voces en el sector dan por sentado que los precios altos se mantendrán durante toda la campaña un hecho que, si finalmente se produce, dará algo de oxígenos a los productores. 

La amenaza que llega de fuera

La merma de la cosecha marcará la campaña que está a punto de comenzar, pero la gran amenaza llega de fuera. Sudáfrica y Egipto le están comiendo terreno a la naranja de Castellón y en los últimos cinco años estos dos países han disparado los envíos de fruta a la Unión Europea (UE). De hecho, Sudáfrica ha pasado de las 241.893 toneladas exportadas durante la campaña 2014-2015 a las 429.571 de la temporada 2022-2023. Egipto también ha multiplicado sus envíos y entre septiembre del 2022 y mayo de este mismo año ha comercializado 388.897 toneladas frente a las 127.399 de hace siete ejercicios. Y, para colmo, exportan con condiciones muy ventajosas y, en el caso del país africano, sin aplicar bien el tratamiento en frío, un protocolo para evitar la entrada de plagas y que está obligado a cumplir desde 2022. 

La reconversión varietal, el gran reto del sector

La citricultura tiene muchos frentes abiertos, pero en el sector son muchas las voces que aseguran que el gran reto pasa por reducir el peso de la clemenules, la variedad que supone casi el 70% de las mandarinas que se cultivan en Castellón. Frutas como tango, nadorcott, leanri u orri cotizan en el campo a casi el doble que la mandarina reina en la provincia y, además, permiten alargar la temporada. No obstante, esa reconversión choca con una estructura agraria basada en el minufundio y un productor que no siempre puede asumir los gastos que supone transformar una finca, plantarla de naranja premium y pagar un canon que no es barato. 

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