Patricia Campos es la primera mujer en la historia de la Armada Española que pilota aviones de ala fija y helicópteros. Desde hace tres años, esta ondense de carácter emprendedor está realizando su sueño de la infancia, que no era otro que pertenecer al ejército y pilotar. Desde la base americana de Rota, la joven, de 29 años, afirma estar viviendo "una experiencia realmente única".

Su vocación militar nace muy pronto, tanto que "cuando era pequeña le dije a mi madre que quería jurar bandera, pero ella me aseguraba que eso era imposible, que las mujeres no hacían la mili". Sin embargo, su insistencia le llevó incluso a acudir al ayuntamiento de Onda a preguntar si podía realizar esta ceremonia allí, "pero al final no fue posible. Siempre me quedé con ese gusanillo dentro de mí". También le daba muchas vueltas a la idea de la aviación: "Me preguntaba cómo podían volar los aviones. Empecé a sentir mucha curiosidad por ellos y, finalmente, se convirtieron en mi gran pasión, hasta el día de hoy", asegura.

Ya en la adolescencia, su interés se centró en los medios de comunicación, en los que colaboró desde los 15 años. Por ello, estudió Comunicación Audiovisual en la provincia de Valencia, pero muy pronto "me di cuenta de que aquello no estaba hecho para mí. Necesitaba un cambio y me decidí por la Armada, que era algo que me apasionaba".

Así que comenzó su andadura militar, que no fue precisamente fácil al principio. "Los primeros días fueron muy duros, porque me fui a Pontevedra y dejé atrás a toda mi familia y a mis amigos, a cientos de kilómetros. Además, cambió radicalmente mi estilo de vida, ya que se acabaron de golpe todas las cosas rutinarias y normales que estaba acostumbrada a hacer en mi casa", dice Patricia.

Dura rutina

Y no solo la adaptación fue difícil, las jornadas de trabajo también suponían un reto. "De mis primeros días en la Escuela Naval Militar recuerdo no parar de correr durante meses y meses. A todos los sitios iba corriendo. Además, no había tiempo para mucho más, ya que tenía clase, remo, instrucción, gimnasia, oración, tiro... Llega un momento en el que te acostumbras a ir tan rápido, que en cinco minutos ya te has duchado, hecho la cama y formado para desayunar".

Sus comienzos a los mandos de un aparato fueron en helicóptero, pero ahora ya está centrada en el manejo del reactor. Sin embargo, no tiene preferencias: "Son dos tipos de vuelo distintos, cada uno te aporta sensaciones diferentes". Pasado el periodo inicial, su rutina actual consta de "aproximadamente unas cuatro o cinco horas de vuelo al día".

De momento, se encuentra tranquila con lo que ha conseguido y no planea demasiados cambios en su vida. "Ahora mismo estoy muy a gusto y no me planteo nada, porque me gusta mucho lo que hago. Espero permanecer en vuelo durante mucho tiempo".

El ser una pionera en la Armada le produce "un gran orgullo" y recomienda fervientemente el ingreso en las filas militares. "Puedes conocer todo el mundo, vivir en sitios distintos, participar en misiones internacionales y, sobre todo, poder acostarte todos los días en tu cama con la satisfacción de que has cumplido con tu deber".