CD CASTELLÓN

La entrevista | Miguel Meseguer: "Antonio Sales es irrepetible, ha sido el mejor presidente del Castellón"

El socio nº 58 del club, y directivo durante 12 años, rememora su experiencia en las oficinas de Castalia

Meseguer en el banquillo albinegro, flanqueado por el portero Silvestre González y el técnico Paquito.

Meseguer en el banquillo albinegro, flanqueado por el portero Silvestre González y el técnico Paquito. / Mediterráneo

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Miguel Meseguer Ramírez (Onda, 1938) apenas contaba con cuatro años de edad cuando su familia se trasladó a Castelló para atender mejor el negocio de transportes de su padre, a quien desde bien pronto acompañaba al campo del Sequiol («nunca debió perderse, es lo peor que nos ha pasado», comenta melancólico pero sin disimular un tono de reprobación) para ver aquel equipo que tuteaba a los más grandes en Primera División. Enseguida se hizo socio y, hasta hoy, en que luce con orgullo albinegro el carnet número 58, aunque lamenta que durante años ha sido práctica habitual comprar números «para aparentar una antigüedad que no tienen» .

Habitual desde siempre en los campos del Bovalar, tanto para ver al filial amateur como al juvenil, también se desplazaba a seguir al primer equipo, especialmente a Barcelona, donde su padre abrió una sede de la agencia de transportes, y allí que se desplazó a aquella eliminatoria copera contra el Barça antes del ascenso a Primera de 1972 en que, tras perder 2-1 en el Nou Camp bajo la lluvia (0-0 antes en Castalia), fue testigo de cuando un miembro del cuerpo técnico blaugrana, Rodri, ofreció a Juanito Planelles 5 millones de pesetas para que comprara su carta de libertad al Real Madrid sin necesidad de enfrentarse los dos clubes. El carismático centrocampista de Burriana rechazó la oferta porque ya había dado su palabra y Meseguer, atento a la conversación, no dudó en felicitarlo por su integridad. «Fue único como jugador, marcando una época, y sigue siendo único como persona», dice de él. Ese año se ascendió y, al siguiente, el Castellón fue quinto en Liga y subcampeón de Copa. Meseguer tampoco se perdió la final del Calderón («perdimos porque nos cagamos encima, porque nosotros éramos superiores, jugábamos de memoria. Ese día no fue el Castellón el que jugó», sentencia aún hoy en día).

Meseguer con el hijo de Antonio Sales en un encuentro reciente.

Meseguer con el hijo de Antonio Sales en un encuentro reciente. / Mediterráneo

Meseguer era tan habitual en los desplazamientos que muchas veces ejercía como comentarista de apoyo en las retransmisiones de los partidos que realizaba Eduardo Más para la Cope. Emilio Fabregat le invitó entonces a formar parte de su directiva junto a Luis García y Alejandro Rubert en la temporada 74-75. Y nos rebela que, después de aquella etapa de ensueño, todo ya no era tan bonito como parecía: «En la liquidación de Obradovic, por ejemplo, firmó una primera parte de la rescisión de 800.000 pesetas y quedaba otro tanto pendiente. El club presentó una hoja calcada del primer pago como prueba de que se había efectuado el segundo. Lógicamente, el míster nos llevó a los juzgados y nos ganó. El juez incluso nos recriminó por ese burdo intento. Entonces se echó la culpa a Ximo Godes, empleado del club, pero no había sido cosa suya».

«En otra ocasión, para pagarle 750.000 pesetas que se le debían a Enrique Claramunt se le obligó a que renunciara a dos años más que le quedaban de contrato. Se presionó a su hermano Pepe, el capitán del Valencia y de la selección, y aceptaron. Se argumentó que arrastraba una cojera, que era cierto, pero seguía siendo mejor que la mayoría. Los grandes clubes no usan una lesión como artimaña para rescindir un contrato y eso acabó dañando nuestra imagen. Ni el mismo Quinocho se fiaba del club y, para renovar, pidió que le pagáramos por adelantado los cuatro años que le ofrecían de contrato. No se quedó».

Las deudas se acumulaban y hubo que sacar beneficio de una de las promesas del club. Miguel intervino decisivamente en el traspaso de Pichi Alonso al Zaragoza: «Armando Sisques era el presidente del Zaragoza y nos ofrecía 15 millones de pesetas por Pichi y Ramón, pero al final solo fue el primero y nos pagó 10 millones. Ángel no quería firmar porque pedía cien mil pesetas del traspaso. Yo lo cité en la cafetería Donelios y le incidí en que pasaría de cobrar 22.000 pesetas de ficha a 45.000, y que las primas por partido eran cuatro veces más grandes, incluso percibía más por un empate en casa que aquí por ganar fuera. Al final lo convencí. Pero a la hora de cobrar no teníamos liquidez en los bancos y tuvimos que negociar con una financiera que se quedó el 10%. Aún así pudimos pagar 3 meses de deuda a los jugadores. Y cuando Sales entró de presidente abonó a Pichi la prima de su traspaso».

Pichi Alonso.

Pichi Alonso. / Mediterráneo

La llegada de Sales

Precisamente Meseguer, por tener la oficina en la calle Ximénez, solía tomar café todos los días en el hotel Mindoro, donde trabó amistad con Antonio Sales, ondense como él, que había alquilado una habitación para estar más cerca de la dirección de las obras de ampliación del polígono El Serrallo que habían adjudicado a su empresa, una reserva que después prolongaría de manera permanente y que convirtió poco menos que en su domicilio habitual. Meseguer le sacó un carnet vip de 10.000 pesetas. Cuando Sales se hizo cargo del Castellón y, por consejo del propio Fabregat, solo se quedó en la directiva con Meseguer, cuya madre era además amiga de la hermana de Sales, quien regentaba una panadería en Onda.

«Hubo problemas en las negociaciones, porque Sales estaba dispuesto a asumir toda la deuda que el Castellón tenía contraída con Fabregat, pero éste no podía acreditarla. Sólo pudo justificar uno de los 11 millones, aunque luego Sales le compensó. Como también se hizo cargo de una deuda de 1,5 millones de Fabregat con el Valencia, para lo que consiguió que viniera dos veces en un mismo año para jugar sendos amistosos sin tener que pagarles más que la cena. Pero es que Sales era un genio negociando, un adelantado a su tiempo».

Carnet de directivo de Meseguer.

Carnet de directivo de Meseguer. / Mediterráneo

La forma de trabajar de Sales quedó patente en varios momentos cruciales de la historia del club, como cuando fichó a Planelles recién salido de una gravísima lesión: «Paco Caballer, amigo común del presidente del Castellón y del jugador, intermedió en 1978 para su fichaje. Aunque el futbolista de Burriana pidió 100.000 pesetas mensuales y recuperar las 300.000 pesetas que le costó de su bolsillo su intervención quirúrgica por el doctor Cabot, el club tenía dudas sobre su total restablecimiento y le ofreció 100.000 pesetas al mes si jugaba siete partidos, 200.000 si jugaba catorce y 300.000 si jugaba veinte. Juanito aceptó, pero Paquito no era conocedor de esas condiciones y no lo alineó en el partido que hacía veinte. Sales consideró que aún así era merecedor de cobrar esa prima y se la pagó. Luego sería decisivo en otro ascenso a Primera».

Los contactos de Sales

No menos sonados fueron las maniobras para traspasar a Miguel : «El presidente había movido sus hilos en Andalucía, a través del secretario técnico Camilo Liz, para redactar unos informes favorables sobre el portero Miguel, suscitando así el interés del Real Madrid. Luego lo llevó al Corte Inglés de la capital para que se vistiera elegantemente y hasta le obligó a cortarse el pelo para mejorar su impresión en un partido de prueba, aduciendo luego el servicio militar para rechazar un segundo ensayo y lo traspasó por casi 15 millones de pesetas».

Más arriesgada fue su apuesta por el delantero argentino Mario Cabrera, a quien había traído del Huracán de Buenos Aires después de ofrecer una magnífica impresión en el Trofeo Naranja de Valencia y adelantándose a otros clubs españoles. A los dos años, Sales negoció su traspaso al Atlético de Madrid «y cuando el doctor Enrique Ibáñez emitió un informe desfavorable a causa de una arritmia cardiaca, introdujo una cláusula en el contrato en el que asumía personalmente un porcentaje de riesgo que iba disminuyendo con el paso de los años, devolviendo el 75% del traspaso si el jugador sufría algún percance en el transcurso del primer año de contrato, un 50% si era en el segundo, un 25% en el tercero y nada si era en el cuarto. Enterado el presidente del Atlético, Vicente Calderón, y admirado por la predisposición de Sales, hizo que se respetaran las condiciones inicialmente pactadas y el Castellón recibió 20 millones de pesetas más un amistoso valorado en 5 millones».

Alineación de un partido amistoso ante el Atlético de Madrid por el traspaso de Mario Cabrera.

Alineación de un partido amistoso ante el Atlético de Madrid por el traspaso de Mario Cabrera.

Meseguer volvió a entrar en liza en el fichaje de Robert, pues el presidente ‘groguet’, Pedro López, quería vender a un portero juvenil por un millón para atender deudas del club. Y fue el directivo albinegro quien advirtió que no era tan interesante dada su escasa talla y era mucho más conveniente contratar a Robert, a quien de hecho habían ofrecido al Betis. Sales lo fichó aplazando el pago del millón a un año vista. A las dos temporadas fue a su vez traspasado al Valencia --junto a Ribes-- por 26 millones después de una operación de promoción de Sales a través de sus contactos en la prensa de Madrid, «era muy amigo de Alfonso Azuara y Enrique Ortego, era rara la semana que no cenaban juntos». Y es que Sales devolvió el prestigio al club a base de sus relaciones personales.

«En cierta ocasión, el presidente del Comité de Árbitros, Pepe Plaza, le pidió ayuda para cobrar una deuda particular que tenía con una empresa textil de Almassora. Sales le adelantó el cobro y luego negoció recuperar el dinero por su cuenta. También le cambió los azulejos del apartamento donde veraneaba. Por eso, cuando Sales reclamó un árbitro ‘amigo’ para un partido comprometido, no nos extrañó que Plaza le designara el que pedía, aunque para ello tuviera que disimular redactando una lista de candidatos que incluía árbitros del colegio valenciano o que no podían pitar ese día, junto al que quería Sales».

«Otra vez, Sales forzó que Tico fuera a Rusia con la selección sub 20, bajo amenaza de que no dejaría ir a otros internacionales como Ibeas, Javier Beltrán, Robert o Conde, que tantos éxitos nos dieron».

Tal era la influencia del presidente del Castellón que, llegado el Mundial 82, consiguió que el estadio Castalia, pese a no ser ninguna instalación notable, fuera declarada subsede: «Y por eso nos correspondían 7,5 millones de pesetas de subvención. Cuando Sales se retiró, yo pregunté por ese ingreso en sucesivas asambleas de socios y nunca nadie me respondió. No sé si se llegaron a cobrar y alguien los hizo desaparecer, o ni siquiera los reclamamos», denuncia, al tiempo que asegura que el presidente de la Federación, a la sazón Pablo Porta, llegó a sugerir el nombre de Sales como relevo suyo. 

Un club grande

«Porque Sales era de otra dimensión. Hizo que el Castellón fuera reconocido en toda España. Ha sido el mejor presidente de la historia del club, con gestos y una calidad humana únicas. Es irrepetible. Una vez le dio 25.000 pesetas a un juvenil que no cobraba para que pudiera hacerle un regalo a su madre y viajara a casa en Navidad. O cuando se enteró que habían extirpado el bazo a un jugador del Vinaròs y, aunque no lo conocía, no dudó en pedirme que le acompañara al Hospital General para ofrecerse por si necesitaba algo y, no contento, le regaló un televisor», y Miguel no puede ocultar su emoción al recordarlo. 

También recuerda su defensa de los jugadores: «en el momento de traspasar a Abad al Hércules, llegó a romper tres veces el contrato porque no se recogían las condiciones para el jugador que se habían hablando inicialmente. Y eso que el Castellón igual cobraba».

Alineación inicial del ascenso a Primera con Antonio Sales, el 17 de mayo de 1981, con un 2-0 ante el Rayo Vallecano: Racic, Robert, Pulido, Planelles, Ferrer, Draganic (arriba); Navarro, Viña, RIbes, Conde y Bayarri (abajo).

Alineación inicial del ascenso a Primera con Antonio Sales, el 17 de mayo de 1981, con un 2-0 ante el Rayo Vallecano: Racic, Robert, Pulido, Planelles, Ferrer, Draganic (arriba); Navarro, Viña, RIbes, Conde y Bayarri (abajo). / Mediterráneo

Sales también puso en marcha la recaudación de ingresos atípicos con el bingo de La Pérgola: «Era tan listo que el día de la apertura de plicas acudió al ayuntamiento con cuatro sobres con cuatro ofertas distintas, a partir de los 5 millones que era la mínima. Cuando comprobó que no había ninguna otra oferta presentó la inferior. Luego negoció con los responsables del bingo del Mediterráneo para ir a medias, y aún se quedó con la totalidad de los ingresos del bar». Aquella gestión reportó 30 millones al club.

Meseguer era entonces el delegado habitual del equipo en los desplazamientos, de ahí su relación con técnicos y jugadores. Raro era el día que Paquito no comía en casa de Meseguer con él mismo y con Sales, «pero a partir de las tres, porque yo venía de trabajar y mi mujer, Lidón, tenía que llevar a los niños al colegio». El defensa Pulido, mientras encontraba casa donde acomodarse, fue otro habitual en su mesa, o el entrenador Benito Joanet. «De hecho, cuando ascendimos, y mientras todos estaban de fiesta por ahí, Sales, Benito y yo cenamos en mi casa, como tantas veces», recuerda orgulloso.

Meseguer en el banquillo albinegro, flanqueado por el portero Silvestre González y el técnico Paquito.

Meseguer en el banquillo albinegro, flanqueado por el portero Silvestre González y el técnico Paquito. / Mediterráneo

Una mala temporada en Primera, con no pocas y aceradas críticas, y un ictus llevaron a Sales a la renuncia, en la que Meseguer le acompañó. «Se dejaron tres millones de pesetas en caja. Ángel Rodríguez ha sido el único presidente de la historia que ha entrado con superávit. Sin embargo, dejó un agujero de 70 millones».

Meseguer estuvo a punto de formar parte del colectivo Roca que se hizo cargo después del Castellón. El arquitecto y futuro presidente le llamó a su despacho, «junto a Antonio Varella y Liberto Beltrán padre, pero no cuajó. Yo siempre he creído que, en realidad, ya tenía a su equipo directivo formado».

Aunque siguió acudiendo a Castalia, y también al Bovalar para seguir el fútbol base, Miguel se volcó entonces en la creación de equipos con el nombre de su empresa Ràpit Meseguer, llegando a tener dos juveniles, dos infantiles y un alevín. Una labor por la que recibió un premio de la Federación Valenciana de Fútbol. Por aquella época se llegó a rumorear que Pascual Font de Mora, ex presidente del Villarreal, podía tener interés en presentarse para presidir el Castellón, de hecho, un amigo común, José Coloma, tío del jugador Verdú, medio para que Font de Mora se entrevistara con Meseguer. Aquella candidatura nunca prosperó pero llegó a oídos de Domingo Tárrega, quien se postulaba para seguir en el cargo, le ofreció engrosar su candidatura en las elecciones de 1987. Miguel recuerda que no pudo ver el partido de inauguración de Castalia «porque estaba vigilando la urna». Y ganaron a un importante colectivo cerámico, con Fernando Roig, Antonio Bonet, Fernando Diago y varios empresarios más, que presentaron a Isidoro Gasque como cabeza de lista.

Valeriano Barberá, Miguel Meseguer, Juan Falomir, Domingo Tárrega, Agustín Segarra, Ricardo Peris y Samuel Marca, en la foto de la candidatura que ganó las elecciones a la presidencia del CD Castellón celebradas en la inauguración del Nou Castalia.

Valeriano Barberá, Miguel Meseguer, Juan Falomir, Domingo Tárrega, Agustín Segarra, Ricardo Peris y Samuel Marca, en la foto de la candidatura que ganó las elecciones a la presidencia del CD Castellón celebradas en la inauguración del Nou Castalia. / Mediterráneo

Ya en el club, Tárrega encomendó a Meseguer reorganizar el fútbol base, para lo que recuperó a Fernando Úbeda y, juntos, elaboraron el Libro Blanco del Bovalar, sentando sus bases. «Como nadie se atrevía me tocó dar la cara y despedir a una leyenda como Manolo Adell, que cobraba 80.000 pesetas, y fiché a Chochi González con 50.000. Y aún le ofrecí de mi bolsillo 25.000 para que Manolo siguiera de ojeador, pero las rechazó».

Otra de las medidas que impulsó como responsable de las secciones inferiores fue que el autobús que los llevaba a los desplazamientos saliera del estadio Castalia y no del Bovalar, donde el tráfico podía suponer un peligro. Como también prohibió que los familiares de los jugadores viajaran en ese autobús, evitando así discusiones y comentarios improcedentes después de los partidos.

Meseguer en El Bovalar.

Meseguer en El Bovalar. / Mediterráneo

Sin embargo, Meseguer siempre ha creído que fue objeto de una campaña de acoso. «No comulgábamos y querían que entrara Luis Serrano. Pasé a acompañar al equipo en los desplazamientos, pero también me quitaron de delegado. Luego llegaron las Sociedades Anónimas y, pese al paréntesis de la Primera División, no me encontraba a gusto. Como ya me habían liberado de una póliza mancomunada de 30 millones que firmé sin que lo supiera mi familia, creí que era el momento adecuado para retirarme».

Como aficionado de a pie, ha soportado con angustia el suplicio, primero con Sanmateo y Lausín, y más tarde con Osuna, Blasco, Jiménez.... «Es de agradecer el trabajo que ha desarrollado Sentimiento Albinegro y espero que, a pesar de la falta de ayudas, se acabe haciendo justicia. Y el que se haya llevado dinero del Castellón que lo pague». Se muestra mucho más condescendiente con David Cruz, con el que colaboró junto a su amigo Hipólito Perales, patrocinador de algunos de los desplazamientos de las secciones inferiores.

Luego volvió a ilusionarse con la llegada de Montesinos «porque empezó bien, pero con el tiempo se ha visto que por poco nos baja. Lo mismo que con Cruz, pero a éste no se le perdonó nada y a Montesinos parece que no se le pueda criticar lo que no hizo bien». Ahora se muestra prudentemente esperanzado con Haralabos Voulgaris, «porque querer ser presidente del Castellón es un mérito que siempre hay que agradecer y, además, ha puesto todo el dinero que se debía. Falta acertar en lo deportivo».

Meseguer y miembros de la actual directiva, durante las últimas fiestas de la Magdalena.

Meseguer y miembros de la actual directiva, durante las últimas fiestas de la Magdalena. / Mediterráneo

EN CORTO

-Dado su trato directo con los jugadores, usted estaría muy bien visto en el vestuario ¿Nunca tuvo problemas con ningún futbolista?

-A mí me apreciaban mucho y me sacaban todo lo que querían. De broma siempre me llamaban ‘sacrifici’, algunos aún lo hacen hoy, porque yo les pedía sacrificio y compromiso con el Castellón. Pero cuando no me gustaba algo también se lo decía a la cara. Me pasó con la primera huelga de futbolistas, que hizo mucho daño al club. Les dije de todo y les envíe de las oficinas de Trinidad 7, donde querían encerrarse, con la amenaza de desalojarlos llamando a la Guardia Civil.

-También ha conocido a muchos periodistas, ¿cómo era su relación con la prensa?

-Nunca soporté las mentiras y los insultos. Luis Herrero me llamó limpiabotas de Sales y, cuando me lo encontré en un entrenamiento, le dije que me lo repitiera a la cara fuera, en la piscina del viejo Castalia, pero no llegó a mayores; luego quiso mediar Carlos Laguna en Santander y que le pidiera perdón, no lo hice porque tenía que haber sido al revés. O con José María García, que quería entrar al vestuario después de un partido en Gijón y no le dejé; como iba con dos guardaespaldas se envalentonó y me llamó maleducado porque estaba con las manos en los bolsillos, pero yo le repliqué que no merecía otra cosa quien era el peor hablado y maleducado de la radio. También sufrí críticas desmedidas cuando asumí el fútbol base en la directiva de Tárrega, porque eran burlas y no críticas razonadas, pero sobre todo porque ponían en duda el fichaje de un extraordinario profesional como Fernando Úbeda, mejor considerado en el resto de España que aquí, hasta por el preparador físico de la selección, Manuel Delgado Meco. A ese periodista también le dije a la cara lo que pensaba.

-Con tantos años al servicio del Castellón, ¿se considera reconocido en las celebraciones del Centenario?

-Para nada. Y mucho más grave me parece que se hayan olvidado de Tomás Miravet, sin duda el mejor directivo y empleado que nunca tuvo el Castellón. Pero los dos nos conformamos con que ganen el domingo que viene (ríe).

-¿Pero cree que el equipo aún puede subir?

-Ojalá, pero el equipo está desfondado físicamente, y en la liguilla hay equipos más fuertes. No va a ser nada fácil, pero cosas más difíciles se han visto.