La crónica del Castellón-Alcorcón | A una victoria del ascenso (0-0)

Sin goles en Castalia, el Castellón tendrá que ganar en Alcorcón para lograr el ascenso. De menos a más, el equipo de Rudé surfeó las olas del peligro para competir en todo momento, sobrevivió en los tramos de apuro y rozó la victoria en la recta final del segundo tiempo. Ahí, el larguero, la puntería y el portero rival negaron los goles de Kochorashvili y Fabrício, abrochando el combate nulo del 0-0. Sin margen para el lamento, en Castalia quedó intacto el deseo.

El Castellón saltó al césped con los ojos aún brillantes por lo del otro día. Envuelto por la inercia de los buenos recuerdos del desparrame contra el Dépor, en el arranque trató de prolongar el estado de euforia que emanaba de la grada. Antes del primer minuto, De Miguel firmó el primer disparo: un voleón de zurda tras cazar la segunda jugada. El plan anfetamínico de los albinegros tuvo continuidad con un robo alto de Koné, que limpió la bola al lateral, pero no encontró al entrar en el área la precisión necesaria.

Cada vez más perfilado para la transición, el Castellón trató de robar y correr, sin experimentos. Ocurrió en el primer tiempo que cada vez robaba menos y cada vez estaba más largo, por lo que la contra se reducía a la aventura improbable: la última con cierto peligro la alumbró Kochorashvili y la desbarató Koné, otra vez sin tino en los metros definitivos.

Ocurrió también que enfrente estaba un muy buen equipo. El Alcorcón cogió al Castellón por el brazo, le dijo mira, te comento y le apagó el fuego en la mirada. Capeó ese arreón inicial con infinita calma, se apropió de la pelota, con Mosquera al mando, y minimizó errores al máximo. Los roles de dominante y y dominado se acentuaron en el ecuador del primer acto.

En el minuto 24 el Alcorcón rozó el 0-1. Un disparo picudo de Javi Lara complicó al portero Alfonso Pastor, que anduvo veloz para tapar el segundo intento de Ernesto a quemarropa. La maniobra no dejó impacto en el marcador, pero reforzó el buen trabajo visitante y sembró dudas en los de casa.

El conjunto orellut estaba cada vez más achatado. En parte porque todo lo que hacía bien De Miguel, jugando de espaldas, lo hizo mal Cristian, ahogando las salidas y perdiendo los duelos que el equipo suplicaba. Como fuere, el Castellón se las apañó para bracear hasta el descanso. Incluso tuvo la última llegada, en una falta rasa de Cristian que se paseó por el área sin que nadie la empujara.

La segunda parte

El comienzo del segundo tiempo evidenció los riesgos que corría el Castellón en la ida de la final por el ascenso. La incomodidad de competir sin la pelota se palpaba en la grada, pero el equipo de Rudé se mantuvo ajeno al ambiente y evitó caer en la trampa del desorden. Se aferró al partido, asido a un par de destellos de Jeremy (uno generó un chut de Kochorashvili que repelió el portero y otro exigió un cruce al límite de Castro); y esperó su momento.

El momento tenía que llegar porque en el banquillo había argumentos. Pasada la hora de juego la lucidez de Pablo Hernández y la intensidad de Raúl Sánchez cambiaron el rumbo del encuentro. Cada pelota de Pablo iluminaba pasillos interiores que Raúl trituraba con determinación y zancada. De ahí surgió la falta que estrelló Kochorashvili en el larguero, y también un disparo raso de Raúl que detuvo otra vez el portero. Con la excepción de un error de Indias que corrigió Manu Sánchez, el partido se jugó en el tramo final en una sola dirección: la dirección que enfilaba a Gol Norte y a la portería del Alcorcón.

Entonces ya se habían sumado a la causa los intangibles de Cubillas y las piernas frescas de Fabrício, demoledoras con espacios y el cansancio ajeno. En ese contexto, Fabrício tuvo dos ocasiones que si el Castellón no gana en Alcorcón, pesarán con pena en el recuerdo: la del minuto 89 se le marchó fuera por un pelo y la del 94, la última, la repelió con una mano imposible Jesús Ruiz, el portero. 

Cuando el árbitro pitó el final, dejó al Castellón a una victoria del ascenso.

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