Es difícil establecer diferencias entre la foto de la primera carrera de Australia y la instantánea final en la fastuosa noche de Abu Dabi: un doblete incontestable de Mercedes, un podio de Ferrari, el viacrucis técnico de Fernando Alonso en McLaren, las soberbias actuaciones de Carlos Sainz sobreponiéndose a un sinfín de obstáculos mecánicos, los problemas de Roberto Merhi con su inconducible Manor… (en Australia ni siquiera salieron a pista). La temporada de F-1 terminó igual que arrancó, de la misma forma que se ha mantenido a lo largo de ocho meses, una especie de bucle del que ningún piloto ni equipo ha podido escaparse.

Claro que ahí disfrutaron instalados los Mercedes, copando una y otra vez la primera línea de la parrilla, con nada menos que 12 dobletes en carrera de 19 grandes premios, un nuevo récord en la F-1, como el de haber sumado el 85,3% de los puntos en juego, lo nunca visto en la historia de este deporte, batiendo a los más dominadores de la historia, a los McLaren (82,5%) de aquel 1988 que inició el gran duelo entre Ayrton Senna y Alain Prost. Pero Mercedes nunca ha dejado que sus pilotos llegaran a la rivalidad del brasileño y el francés. Tras los roces de la temporada pasada, con la polémica de Mónaco (Rosberg se salió intencionadamente para provocar una bandera amarilla que anuló la pole de Hamilton) o la de Spa (el alemán se tocó con Hamilton en la primera vuelta), los jefes de Mercedes impusieron disciplina germánica.

CAMBIO DE FAVORITO // Bajo esas órdenes marciales, Hamilton ostentó el cartel de nº 1 hasta que el equipo aseguró el título de constructores primero, y el de pilotos, después, a falta de tres carreras. Después, dieron ese papel a Rosberg para asegurar el subcampeonato del alemán que ha ganado las tres últimas carreras sin discusión. ¿Sin discusión? Bueno, solo con los peros de Hamilton. El inglés se quejó de la estrategia en México, de nuevo en Brasil, y ayer en Abu Dabi. Tenía la posibilidad de presionar y, muy posiblemente, adelantar a Rosberg montando el neumático superblando en el último stint (“pero me dijeron que no; decidieron ellos, en el muro; mandan ellos”, indicó).

Apenas hubo felicitaciones entre los dos pilotos. “Estoy feliz de ganar, de enlazar tres victorias y desearía que la temporada 2016 comenzara mañana”, dijo Rosberg. “Prefiero ser tricampeón que ganar la última carrera”, le contestó Hamilton. Y sí, no habrá felicitaciones de Navidad. “Nunca nos hemos felicitado, mejor dejarlo como hasta ahora”.

El bucle del 2015 también enredó a Carlos Sainz para lo bueno --ayer cuajó otra gran actuación con una genial salida-- y para lo malo: un fallo en el pit-stop le impidió entrar en los puntos tras superar a su compañero. “Espero que todos esos problemas acaben con esta temporada”, suspiró.

Pero si hay alguien atrapado en el círculo vicioso del 2015 ha sido Fernando Alonso (17º, a dos vueltas del ganador), maltratado por la suerte, los comisarios y un coche impropio de un campeón que, según asegura él, “cambiará mucho el próximo año”. H