Mundial de Australia y Nueva Zelanda 2023

Ilusión, tristeza y lo que el fútbol le debe a Irene Paredes

La central, acompañada en Nueva Zelanda de su pareja e hijo, afronta el Mundial más difícil de su carrera

Irene Paredes, durante un entrenamiento con la selección española.

Irene Paredes, durante un entrenamiento con la selección española. / RFEF

Laia Bonals

El fútbol no siempre es justo, aunque a veces lo intenta. Unas veces te da, otras te quita. En ocasiones te regala momentos mágicos, pese a que también sea la razón de algunas lágrimas. Es subterfugio, oasis y a veces un castigo. No se rige por los méritos, quien lucha más no siempre se lo lleva, pero a veces, y solo a veces, el fútbol te devuelve un poco de lo que le das. A Irene Paredes el fútbol le debe mucho. Por lo que ha conseguido, por lo que ha luchado y por lo que ha sacrificado por este deporte. Este será su tercer Mundial con la camiseta de España y el más duro de todos. 

Este 2023 ha sido un año excepcional para Paredes, en el significado más neutro de la palabra. Mientras que a nivel profesional ha conseguido el mayor éxito de su carrera levantando su primera Champions en 16 años como futbolista profesional, en el ámbito personal ha sido duro

Tras unos meses convulsos con la polémica de ‘las 15’, de la cual ella como primera capitana dio la cara en no pocas ocasiones sin formar parte del grupo de internacionales que decidió dejar de ser convocable, volvió a la disciplina de la selección un par de convocatorias antes del Mundial. Lo hizo aceptando perder la capitanía (como le pasó a Alexia Putellas y Jenni Hermoso).

Pese a que el ambiente no era el mejor, este Mundial se presentaba como la oportunidad perfecta para que el vestuario volviera a unirse. Cuando las aguas de la selección empezaban a calmarse y volvía a imperar la ilusión por la cita mundialista, Irene Paredes recibió un golpe durísimo. Pocos días antes de que España se concentrara perdió a su padre. "A veces la vida golpea duro, muy muy duro. Inevitablemente, esta sigue, aunque la nuestra se haya parado. No sé de qué manera, pero seguiremos hacia delante. Por tí Aita", expresaba la defensa en una publicación en Instagram.  

"Están siendo semanas duras", confesaba en una entrevista a Marca días antes de partir a Nueva Zelanda. "Ha sido un palo terrible para la familia. Estoy intentando volver a la rutina, pero me está costando. Sé que siempre me va a faltar mi fan número uno", añadía tocada. Para Paredes, centrarse en el fútbol de cara a la Copa Mundial de Australia y Nueva Zelanda ha sido difícil, pero una vez sobre el terreno, la vasca ha sacado su carácter y perseverancia para rendir como la central de nivel mundial que es. 

A nivel futbolístico, este ha sido el mejor de la carrera de Irene Paredes. La central se ha consolidado en la defensa azulgrana con Mapi León de compañera fiel –a quien seguro que echa de menos en la selección– en su segunda temporada como culé. Llegó el verano de 2021, tras dejar París y el brazalete de capitana en el PSG. Con el escudo del Barcelona en el pecho estuvo sobre el césped de Turín, en una de las derrotas más dolorosas del equipo en su historia. Fue muy duro, pero con un esfuerzo conjunto y ganas de quitarse la espina, este año, por fin, pudo conquistar su primera Champions con el Barça en Eindhoven. Por fin, el fútbol le devolvía un poco de todo lo que Paredes le ha regalado durante años. Entre lágrimas y abrazada a su mujer, Lucía Ybarra, exjugadora de hockey hierba, celebraba el ansiado trofeo.

Mamá y futbolista

Irene Paredes, además de ser una referente dentro del campo, también es una de las líderes del cambio que está experimentando el fútbol femenino. Su personalidad tranquila y sus dotes innatos de liderazgo la han convertido en una de las referentes indiscutibles que a través de la normalidad más absoluta ha demostrado que ser futbolista profesional de máximo nivel y madre es posible

La conciliación y la maternidad son dos de las grandes batallas y miedos de las futbolistas. Las normativas nunca han estado pensadas para ellas y la maternidad no ha irrumpido en el panorama del fútbol hasta que las jugadoras han pedido soluciones ante una situación donde estaban desamparadas. Sin medidas claras para que los clubes afrontaran esta situación, muchas de ellas han decidido no ser madres por la incertidumbre que conllevaba.

Irene, junto a su mujer Lucía, decidieron dar el paso. Tuvieron a Mateo en setiembre de 2021 y, como cualquier familia, amoldó su día a día a su pequeño. Guardería, entrenamientos, juegos y planes. Siempre aprovechando el tiempo juntos, desconectando del fútbol cuando tocaba, aunque costara al principio. Ahora, gracias a un acuerdo histórico con la Federacióntanto Lucía como Mateo están en Nueva Zelanda apoyando a Irene. Un apoyo y respaldo muy necesario en unos días donde se mezclan la ilusión y la tristeza.