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collidors, empleados de almacenes o pulverizadores, entre los más afectados en castellón

La crisis agraria acaba con un tercio de trabajadores en diez años

Los 14.700 operarios del 2008 quedan lejos de los 10.400 del presente año

La crisis agraria acaba con un tercio de trabajadores en diez años

La crisis del sector agrícola, que sus propios actores califican como «crónica», ha golpeado con fuerza a los trabajadores del campo de Castellón, que se han reducido en un tercio en apenas una década. Si en el 2008 hubo un pico de 14.700 inscritos en el régimen agrario, esta cifra se redujo en el primer trimestre del 2017, último del que hay datos para la provincia, a las 10.400 personas. A nivel autonómico la equivalencia es prácticamente idéntica, pues de los casi 90.000 operarios de hace una década en toda la Comunitat se ha pasado a 58.000.

Este dato no afecta a los propietarios de fincas, en cuyo caso los abandonos por jubilación o pérdidas son la evidencia del mal momento del sector primario, sino a los contratados por estos o por cooperativas para realizar trabajos, ya sea de forma regular o discontinua. Los collidors serían el ejemplo más visible, pero esta negativa estadística también incluye a operarios de almacenes, pulverizadores, podadores y otros oficios especializados vinculados al campo.

La serie histórica de los últimos 10 años muestra un descenso prolongado tan solo interrumpido por ejercicios puntuales en los que, debido a un aumento de la producción en subsectores como el cítrico, la contratación repunta para volver a caer al año siguiente. Es el caso del 2015, cuando la producción de naranja fue sensiblemente más alta que en temporadas anteriores y se logró romper con una tendencia a la baja que volvió en el 2016, cuando la población activa se quedó en su momento más bajo y se redujo hasta los 9.900 empleados.

El secretario técnico de la Unió de Llauradors, Juanma Mesado, explica que el descenso de trabajadores activos en la población agraria es paralelo «al problema de falta de rentabilidad del campo», que en la provincia se traduce en más de 45.000 hectáreas de cultivo abandonadas.

EMPLEO IRRECUPERABLE

Mesado afirma que los recolectores de fruta son un colectivo que varía según la temporada dependiendo de la producción, pero que el resto de tareas vinculadas al campo son las que han sufrido con más dureza la larga crisis del campo provincial, puesto que es una fuerza laboral perdida que difícilmente se recuperará ya. La lógica es aplastante: a menos superficie en activo, menos trabajo para las distintas cuadrillas.

Un ejemplo son aquellos que se dedican, en el caso de los cítricos, a los tratamientos fitosanitarios. Según concretan desde la Unió, la situación es un pez que se muerde la cola. «Si tienes una explotación de naranjas que no es tu principal empleo, y contratas los servicios de empresas que tratan las plagas, lo más normal es que, con los precios actuales, a final de año tengas pérdidas», resume Mesado. ¿El resultado? Que los que realizaban «cuatro o cinco pulverizaciones al año, ahora hacen dos». También ocurre con otras tareas como las podas --ya no es extraño realizarlas cada dos años-- o la quema de la leña, que muchos productores citrícolas optan por hacer ellos mismos.

FIN DE CICLO

Los trabajadores agrarios son un colectivo envejecido, además de masculinizado. Según el informe sobre el sector que realiza anualmente la Conselleria de Agricultura, los mayores de 55 años en el sector primario son más de un 15%, cuando en el resto de sectores productivos el porcentaje apenas llega al 10%. En el otro extremo de la población laboral, los menores de 25 años no llegan ni al 10%.

El secretario técnico de Fepac-Asaja, Doménec Nàcher, apunta precisamente a esta cuestión cuando afirma que, a lo largo y ancho de la provincia, hay toda una generación que se ha jubilado o lo hará en los próximos años que «ha apostado muy fuerte por la agricultura». Los jóvenes, en su mayoría, optan por estilos de vida muy distintos y esto aboca al descenso en el número de contrataciones para tareas agrícolas.

UNA CAMPAÑA DIFÍCIL

Si el inicio del año ya fue duro en el campo debido a que las lluvias de enero dejaron muchas naranjas en el árbol, la próxima campaña también se presenta complicada.

Este diario publicó el pasado viernes las malas previsiones del sector citrícola, que creen que la producción de naranjas podría reducirse en un 50%. En esta línea, Fepac-Asaja publicó ayer un informe que sitúa el descenso en las variedades tempranas, como la clemenules, en un 40%. De consolidarse estas previsiones, tanto esta entidad como la Unió temen que las contrataciones para los meses de recolección vuelvan a reducirse un año más en municipios como Castellón, Vila-real, Nules o les Alqueries.

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