Cinco maestros y profesores de Castellón, la Vall y Benicarló optan a ser el Mejor Docente de España. Y este año, la provincia triunfa con nominados en todas sus categorías, de Infantil hasta la universidad. Como el mediático César Bona, que ha sido ejemplo para muchos, los castellonenses son top en el marco de la innovación educativa, en la sensibilización del alumno y en el uso de nuevas metodologías que se escapan del libro y la clase magistral. Más bien lo contrario. Los finalistas --ahora son 50 en cada categoría-- se conocerán el 5 de diciembre.

En Infantil, son dos profesoras de la Vall las nominadas a los galardones que otorga la Fundación Educa, los Goya de la educación. Ana del Fresno, del colegio Ausiàs March; y Lourdes Montesinos, de El Niu, son «apasionadas de la educación para los niños». Lo viven en el aula, y así lo transmiten a sus alumnos de 0 a 4 años.

Del Fresno conoce ya los premios. No en vano, el pasado año ya estuvo en la terna de nombres. Este 2018, sin embargo, encara su presencia «con honor», sobre todo, y con «la emoción de ver que las metodologías integradoras funcionan, aunque estemos en un CAES». La suya, «con el corazón de Infantil dando este año clase en Primaria» es una doctrina «vivencial, de la experiencia», que ha traspasado a sus alumnos del aula de 2 años, con un rap multicultural, cartas a los niños hospitalizados y usuarios de un geriátrico, con los que conviven.

En Primaria, y «siempre desde el corazón», en el centro Ramiro Izquierdo de la capital, Lidón Blanch introduce la «educación emocional», con un proyecto para «sentir, comprender y aprender, sumando cerebro y corazón». Para ella, «educar es conectar mi corazón con el de los alumnos, motivándoles siempre, a través de la experiencia, que lo vean y sientan». Es maestra «para cambiar el mundo», para «sembrar un planeta mejor desde las aulas, y el premio ayudaría a consolidarlo».

CONVIVENCIA CON EL ALUMNO //

Generar la confianza en el alumno y mantenerle enchufado con las materias es objetivo y fin de todo docente. El benicarlando Miguel Pitarch, de La Salle, cree que los estudiantes «aprenden investigando y por descubrimiento, y hace falta que sean críticos con su entorno y la sociedad, cooperativos y emprendedores». ¿Cómo? «Siendo capaz de ser creativo y hacer su aprendizaje más sencillo y eficaz», señala.

En la misma línea, pero en las aulas de Derecho de la Universidad Católica de València lo entiende el castellonense David Muñoz. «Combinar la rigurosidad con la cercanía, formando en valores y siendo referente, con una fórmula cooperativa de trabajo, altamente práctica», señala, «poniendo el corazón», algo en lo que los cinco coinciden. Su denominador común es que «la nominación empuja a mejorar».