El escritor Ari Behn, exmarido de la princesa Marta Luisa de Noruega y padre de sus tres hijas (Maud Angelica, de 16 años; Leah Isadora, de 14, y Emma Tallulah, de 11), se suicidó el día de Navidad a los 47 años y consumó así la tragedia de un hombre atormentado, con una biografía extravagante, alguien que siempre fue un extraño en la casa real noruega.

Los reyes Harald y Sonia expresaron su «gran pena» por la muerte de Behn, al igual que los príncipes herederos, Haakon y Mette-Marit. Marta Luisa, primogénita de los soberanos noruegos, y Ari Behn se casaron en el 2002 y se divorciaron en el 2016. A partir de entonces, él se volcó en la pintura y luchaba contra sus demonios interiores, mientras que su exmujer rehizo su vida sentimental este año al lado del chamán Durek Verret.

Durante los 14 años que estuvo casado con Marta Luisa, Behn dio muestras de sus excentricidades y estuvo rodeado de polémicas: desde deambular como un mendigo por las calles de Londres, asegurar que votaba al Partido de los Trabajadores y era de izquierdas, acudir a tertulias televisivas, esnifar cocaína en un documental y hasta tener su propio programa de televisión en el que se disfrazó de drag queen por Barcelona. Fue en el 2010, cuando grababa un programa similar a Callejeros y recorrió las calles del Raval junto a Carmen de Mairena. «Soy un hombre de teatro, pensé que con un poco de maquillaje escandaloso podría quedar muy bien. Pasará mucho tiempo hasta que vuelva a travestirme», dijo tras provocar un sonado escándalo en Noruega.

Las declaraciones de la pareja sobre su relación abierta tampoco sentaron bien a los reyes: «Nuestro amor es más fuerte que nunca, pero nos permitimos flirtear con otras personas. Si no, sería espantoso», aseguró el entonces marido de la princesa.

La gota que colmó la paciencia de los reyes noruegos fueron las fotos que publicó una bloguera, Marna Haugen, con Behn metiendo la cabeza entre sus pechos. Pero no había sido el único «error» por el que él mismo dijo que «la reina Sonia me asesinaría si pudiera», en una entrevista en el 2013, cuando aún estaba casado con la princesa noruega.

También confesó: «No soy un hombre feliz. Tengo tres hijas a las que adoro, y ellas me ayudan a levantar el ánimo, pero soy un depresivo crónico. Reconozco que soy un compañero de viaje muy difícil. Antes o después se verán obligadas a echarme de casa a patadas». «Voy a morirme solo, sin ninguna compañía», reconocía, una reflexión que hoy parece un triste presagio.