Burriana abre curso esta semana con las fiestas de la Misericòrdia. Unas celebraciones marcadas por el deseo de generar inversión, economía y oportunidades. La capacidad de esta ciudad de lograr los mayores éxitos no se amilana ante la adversidad de una gestión local que está más centrada en alimentar egos y protagonismos que en dar soluciones y respuestas.

Por ello, las fiestas de la Misericòrdia deben ser el acicate que anhela Burriana. El revulsivo que permita que se engrase nuestro motor económico y que genere opciones laborales y empleo, para quienes todavía hoy esperan que llegue alguna acción concreta y efectiva desde la Administración local.

Las fiestas servirán para que negocios de restauración, comercios y servicios generen ingresos extras. Y también permitirán que las familias, vecinos y amigos se reencuentren en la calle para festejar las tradiciones.

Y mientras, esperamos que este trabajo que nuestra ciudad genera por su capacidad y potencial sirva de acicate para que el Ayuntamiento comience a invertir en los vecinos. Que los dispendios en taxi, gastos en gasolina, etc, si son necesarios, se abonen y se adquieran, pero bajo un criterio de racionalidad económica.

Quien está en paro o hace números para llegar a fin de mes, no comprende que el PSPV afirme que no hay dinero para mantener limpia Burriana, pero sí para que Podemos se desplace a Alicante a golpe de taxímetro. No entiende que Compromís no haya ofertado ni un solo contrato en 15 meses de gobierno pero sí se gaste 1.200 euros en un futbolín. H

*Portavoz municipal del PP