Veinticuatro horas después del incendio que ha devastado Notre Dame, Emmanuel Macron se dirigió ayer a los franceses para pedirles unidad frente a la catástrofe, como han hecho en otros momentos duros de la historia del país, y les dijo que quiere reconstruir la catedral de aquí a cinco años. «Reconstruiremos la catedral más bella todavía y quiero que esté terminada de aquí a cinco años», explicó en un breve mensaje televisado en directo desde su despacho del Elíseo.

El presidente de la República prometió que en los próximos días volverá a retomar su agenda política para anunciar las medidas que baraja poner en marcha tras el gran debate nacional organizado para dar respuesta al malestar de los chalecos amarillos.

De momento todos los esfuerzos del Gobierno se concentrarán en salvar un monumento vinculado desde hace ocho siglos a la historia de Francia. El consejo de ministros previsto para hoy estará íntegramente dedicado a ello.

«A lo largo de nuestra historia hemos construido ciudades, puertos, iglesias. Muchos se quemaron o fueron destruidos por las guerras, las revoluciones o los errores humanos y siempre las hemos reconstruido», indicó Macron, que elogió el «heroísmo» de los bomberos y las donaciones de los «ricos y menos ricos».

«Comparto vuestro dolor, pero también vuestra esperanza. Ahora tenemos mucho que hacer, actuaremos y triunfaremos», añadió el presidente al término de una jornada en la que la emoción por la pérdida de un emblema del patrimonio de la humanidad convivía con los trabajos en el interior del templo para hacer un primer balance de daños.

CON AGUA DEL SENA // Doce horas necesitaron los 400 bomberos para extinguir con agua del Sena las llamas que devoraron la cubierta de la nave central desde el coro al transepto y derribaron brutalmente la icónica aguja de la catedral dejando un agujero en la bóveda del edificio.

Si la estructura y las dos torres lograron mantenerse en pie, es pronto para saber si el incendio ha provocado daños irreparables. «El resto de la bóveda sigue ahí, pero hay una gran inquietud porque hay agua y trozos de madera carbonizada empapada de agua», alertaba el ministro francés de Cultura, Frank Riester, quien no obstante confirmaba la buena noticia del hallazgo del gallo que coronaba la aguja derruida.

El fuego ha destruido parte de las vidrieras y las que han sobrevivido tendrán que desmontarse y restaurarse pero los dos rosetones del transepto norte y sur no han sufrido un grave deterioro.

OBRAS DE ARTE // Los bomberos han logrado poner a salvo las obras de arte, entre ellas la corona de espinas y la túnica de San Luis, trasladadas al Ayuntamiento. El resto del tesoro se llevará en los próximos días al museo del Louvre. Preocupa igualmente el estado del órgano, a pesar de haber escapado de las llamas.

La catedral tiene tres puntos débiles: el hueco que dejó la caída de la aguja, el crucero y la bóveda norte, por lo que existe todavía el riesgo de que la cúpula no aguante. El secretario de Estado de Interior, Laurent Nuñez, cree que se necesitan 48 horas para garantizar la seguridad de las partes de la iglesia aún «vulnerables». Para prevenir riesgos en caso de hundimiento, se han evacuado cinco edificios colindantes.

Paralelamente, la investigación intenta determinar las causas del siniestro que el fiscal de París, Rémy Heitz, consideró «accidental», vinculado a las obras de rehabilitación que se estaban haciendo en la catedral, descartando así la hipótesis de un acto deliberado.

La policía judicial ha interrogado a los quince obreros que trabajaban en la obra y que no estaban en el edificio en el momento del incendio. Los trabajos de renovación consistían en reparar la cubierta de plomo de la aguja, que no se había renovado desde 1930 y para ello se había levantado un imponente andamio de 250 toneladas, visible ayer entre los restos ennegrecidos de la piedra y el perfil desfigurado del templo.

Algunos historiadores y especialistas en conservación del patrimonio lamentaban el estado de la catedral y medidas de precaución insuficientes en la restauración de monumentos.

«Hemos perdido algo más que un monumento, es una parte del alma de París. Notre Dame es un faro para todo el mundo. Todos los parisinos, todos los franceses lloran este emblema de nuestra historia. Pero de nuestra divisa sacaremos fuerza para levantarnos», subrayó la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, recordando la misma divisa que recorrió la capital gala después de los graves atentados del año 2015.