BABOR Y ESTRIBOR

Las dos caras de la moneda

Basilio Trilles

Basilio Trilles

Al hilo de una espléndida crónica del colega Joan Montañés, Xipell, pieza periodística en la que rememora hechos acaecidos en el Grao de Castellón durante la guerra civil queriendo así, entiendo, mostrar las dos caras de la moneda de aquella situación cainita, me permito ahondar en el tema. En alguna ocasión he escrito sobre el asesinato en masa ocurrido el 29 de agosto de 1936, decidido por el Comité Antifascista de la capital de la Plana y ejecutado por 150 milicianos de la Columna de Hierro y algunos chequistas. En aquellos primeros días del golpe militar contra la II República lo más indeseable de ambos bandos daba rienda suelta a odios y venganzas, sembrando de sangre las retaguardias. En nuestro puerto ocurrió el asalto del Isla de Menorca, buque mixto con capacidad para 102 pasajeros al que poco antes habían sido trasladados, desde el pequeño carbonero Sebastián Martín, 57 prisioneros en espera de ser juzgados por recaer sobre ellos la sospecha de colaboración con el alzamiento militar.

El resultado de aquella ignominia fue la ejecución de los encarcelados. Solo uno logro salvar la vida, tras recibir varios disparos y darlo por muerto aquella canalla de sicarios en nombre de la revolución. Este episodio no resultó aislado en los primeros meses del conflicto, las tapias del cementerio, el cauce del río Seco y las instalaciones de las checas dieron fe de ello. Incluso el ayuntamiento del momento llegó al paroxismo de acordar la demolición de Santa María, edificio del siglo XII cuyas piedras monumentales fueron trasladadas al Matadero municipal. Aún hoy persiste el bulo entre sectores ciudadanos atribuyendo la destrucción de la concatedral a las bombas de los Savoia-Marchetti de la Aviazione Legionaria de Mussolini, con base en las Baleares. La Memoria de los indocumentados. Empero, es de reconocer que la aviación italiana bombardeó Castellón en numerosas ocasiones, de ahí la red de refugios que perfora el subsuelo. En la tarde noche del 13 de junio de 1938 las tropas nacionales del general Aranda entraron en Castellón desde el Grao. Con la derrota republicana llegó la revancha de los vencedores y los mismos escenarios naturales volvieron a ser testimonio de hasta dónde puede llegar el ser humano en el afán de venganza.

Sindicato anarquista

Volviendo a mi admirado compañero Xipell, cuenta cómo los graueros republicanos protegieron al entonces párroco de la iglesia de San Pedro, mosén Lorenzo Cot, acosado por los ya referidos elementos indeseables, deseosos de acabar con la vida del sacerdote. Según Xipell, la labor protectora corrió a cargo de «los comunistas». Sin desmerecer los conocimientos de investigación del querido colega debo añadir que en el cordón de protección a mosén Lorenzo Cot participaron gentes de diversa significación política, entre las que es preciso destacar a militantes del PSOE, Izquierda Republicana (partido de Manuel Azaña) y de la CNT, pues existía un colectivo de pescadores afilados al sindicato anarquista. Este tipo de acciones resultaron comunes en las zonas republicanas, en muchas ocasiones superadas por descontrolados grupos de milicianos.

Durante la guerra, el abuelo Antonio, veterano de la Armada, patroneó un pesquero de la Flotilla de Intendencia del Ejército Popular de la República con base en Gandía. Mi padre me contó que en la casa que les cedió el Estado con ellos vivió oculto un sacerdote. El otro abuelo, Bautista, en tan trágicos momentos ejercía como alcalde pedáneo del Grao, fue uno de los muchos vecinos que protegieron a mosén Lorenzo Cot. Y entre tantos graueros el tío Eliseo Trilles militante socialista que después combatió con la Royal Navy en la II Guerra Mundial, licenciándose con honores. La Memoria.

Periodista y escritor

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