25 AÑOS DESPUÉS DE ENTRAR EN PRISIÓN POR ASESINAR A CINCO MUJERES

JFV sale en libertad

Ha llegado el momento, el autor confeso de las muertes de cinco mujeres en Castellón a finales de los 90 ha cumplido la condena impuesta y deja la cárcel para seguir con su vida. ¿Hasta qué punto ha cambiado?

Aspecto actual de JFV.

Aspecto actual de JFV. / MEDITERRÁNEO

¿Reconocería a JFV si me lo cruzase por la calle? Puede que esa pregunta esté en mente de muchas personas desde que comenzó a difundirse la noticia de que el asesino en serie de Castellón liquidaba su pena este mes de julio. Este sábado, de hecho, es el día del que tanto se ha hablado. Joaquín Ferrándiz Ventura, el hombre detrás del asesino, es libre

Y ante esta evidencia, resulta complicado evitar el inquietante pensamiento de que uno pueda estar sentado en una cafetería, en el autobús o en la sala de espera del médico junto a alguien capaz de golpear y estrangular hasta la muerte a cinco mujeres sin motivaciones conocidas. Un temor legítimo que, en buena medida, no es tenido en cuenta por los procesos de reinserción de los presos. Es probable, al menos así lo defienden, que durante su reclusión se ayude al criminal a prepararse para volver a la sociedad. Pero, ¿se prepara a la sociedad para recibirlo como alguien liberado de su culpa? No son pocos los expertos en criminología que contestan con un rotundo no.

Han pasado 25 años en los que, salvo por los permisos autorizados que se correspondían con su condena y su buen comportamiento entre rejas, este hombre ha estado recluido de forma permanente en un centro penitenciario. Son contadas las personas que han asistido a su evolución física. ¿Cómo ha envejecido?, ¿qué aspecto tiene?, ¿cómo le ha afectado su paso por prisión? Sus compañeros de vida en este tiempo, funcionarios y, en su mayor parte, criminales con el mismo desprecio por la vida ajena que demostró él, entre otros delincuentes.

¿Qué queda del asesino?

Mediterráneo ha tenido acceso a una fotografía muy reciente, la de un sexagenario con rasgos inevitablemente muy parecidos que recuerdan a quien fue cuando lo detuvieron y su imagen pasó a ser de dominio público. Conserva la misma mirada, pero es inevitablemente distinto, tanto como para pasar desapercibido ante alguien que no esté muy familiarizado con su aspecto.

Sobre la persona que es hoy, sin embargo, hay una duda que no la puede resolver una fotografía. ¿Cómo ha afectado a JFV su vida en la cárcel?, ¿ha cambiado desde un punto de vista psicológico y emocional?, ¿ha perdido lo que fuera que provocó su tendencia homicida? En pocas palabras, los 25 años apartado de la sociedad ¿le han quitado las ganas de reincidir en la experiencia de matar?

Un cuarto de siglo en prisión

Su casa el último cuarto de siglo han sido dos prisiones. Tras la condena ingresó en Alcalá Meco (Madrid). Lo ubicaron en el módulo de protegidos, donde destinan a los reclusos que han cometido delitos de especial gravedad y que, de acuerdo con la experiencia penitenciaria, pueden ser amenazados o agredidos por otros reos.

Allí compartió celda con Arlindo Luis Carvalho, más conocido como el violador de Pirámides, condenado como autor de 33 agresiones sexuales. Este, en 2017 salió en libertad y pidió perdón a sus víctimas. JFV todavía no lo ha hecho, al menos que se sepa.

Accedió a un curso de psicología y pidió un ordenador portátil para escribir un libro.

Durante los primeros años de condena quiso estar activo desde un punto de vista intelectual. Accedió a un curso de psicología y pidió un ordenador portátil para continuar escribiendo un libro que empezó a redactar cuando estuvo encarcelado en Castellón. 

Todos los domingos, recibía la visita de su madre, Asunción Ventura, que incluso buscó una vivienda en la capital de España para estar más cerca de él, lo que le supuso un enorme esfuerzo económico. ¡Qué no haría una madre por su hijo! Dice Carmen Balfagón, decana del colegio de Crimonólogos de Madrid --en su momento tuvo la oportunidad de entrevistarlo en la cárcel--, que «es un hombre muy bien educado» y que en gran medida es gracias a ella, su madre, a su dedicación, «se molestó en educarlo» prácticamente en soledad, en ausencia de su padre, marino mercante.

JFV ha estado recluido en la prisión de Herrera de la Mancha desde el año 2005.

JFV ha estado recluido en la prisión de Herrera de la Mancha desde el año 2005. / FERNANDO BUSTAMANTE

El día de Año Nuevo del 2005 se mudó --más bien lo mudaron-- hasta la cárcel de Herrera de la Mancha, en Ciudad Real, de la que este sábado saldrá en completa libertad. En estas instalaciones pudo conocer al asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, el británico Tony King, y a Miguel Carcaño, el asesino confeso de Marta del Castillo, con quien, según cuentan, hizo buenas migas. Así lo aseguró, al menos, un exrecluso en el programa televisivo Equipo de investigación dedicado al asesino en serie de Castellón. Tenían en común las manualidades, comentó. También dijo de JFV que como interno «con todos se llevaba bien».

Hasta el día de su puesta en libertad ha sido un preso modelo, por lo que se ganó el puesto de ordenanza, una labor que se reserva para los internos de confianza.

Hasta el día de su puesta en libertad ha sido un preso modelo, por lo que se ganó el puesto de ordenanza, una labor que se reserva para los internos de confianza. Entre otras funciones, desempeñaba labores en la cocina, repartía el correo o limpiaba las instalaciones. Ha llegado incluso a vigilar y acompañar a otros reclusos. Entre rejas, por tanto, ya no se le consideraba alguien peligroso, más bien uno más entre los que vienen a denominarse los comunes.

‘Pruebas’ de libertad

Ha disfrutado de permisos. El último esta misma semana, poco antes de su liberación definitiva. Esas salidas estaban tuteladas por el párroco de la prisión y en compañía de la comunidad Trinitaria de Valdepeñas, municipio situado a 47 kilómetros del centro penitenciario.

Durante esas pruebas de libertad, JFV residía en una vivienda tutelada donde estaba prohibido consumir alcohol o drogas y había toque de queda. Pese a todas esas medidas de seguridad y la voluntad de reinserción que se le presuponía, los vecinos de Valdepeñas llegaron a recoger firmas para mostrar su oposición a la presencia del asesino en serie en su municipio.

«Para reinsertarse con éxito Joaquín Ferrándiz debería volver a una sociedad que no lo reconozca».

Carmen Balfagón

— Decana del colegio de Criminólogos de Madrid

En varias ocasiones se ha dicho que su intención es instalarse en el extranjero. La sentencia por la que le condenaron le impide siquiera acercarse durante cinco años desde su puesta en libertad a Castellón, Benicàssim, Onda y Vila-real, los lugares donde aparecieron los cuerpos de sus víctimas. Carmen Balfagón indica que una condición para el éxito de la reinserción sería que volviera «a una sociedad que no lo reconozca», asunto complicado si se queda en España.

JFV ha cambiado, es obvio, al menos físicamente. Las que no lo han hecho ni lo harán son sus cinco víctimas. Cuando las mató frustró esa posibilidad, las convirtió en fotos de hemeroteca

Las cinco víctimas de JFV.

Las cinco víctimas de JFV. / MEDITERRÁNEO

LAS OTRAS VÍCTIMAS, LAS FAMILIAS

Víctimas fueron Sonia Rubio, Natalia Archelós, Francisca Salas, Mercedes Vélez y Amelia Sandra García. Por supuesto, Silvia y Lidia, sus dos supervivientes, que deben de estar viviendo con especial tensión estos días. Pero también sus familiares

Así lo reconocía Jaime García, hermano de Sandra. En declaraciones a Mediterráneo afirmó que afronta este momento con «mucha impotencia, es una injusticia tremenda y, además, me siento muy solo en esto».

Aseguró que ha asumido una misión personal, la de «recordar a todos lo que hizo y avisar de que puede volver a matar» y su pretensión es que su legado criminal lo persiga hasta el final de sus días. «Me gustaría que los medios estén fuera esperándole, que se le vea la cara para que todo el mundo sepa qué aspecto tiene», remarcó convencido.

El propósito del sistema penitenciario español es reinsertar a cualquier condenado y se invierte mucho en ello. El paso por la cárcel debe servir para que no encuentre motivos para delinquir de nuevo. En ese objetivo ya fracasaron una vez con JFV. Encarcelado en 1989 por una agresión sexual, en 1995 le concedieron el tercer grado. Sonia, su primera víctima, desapareció en julio de ese año. Antes de que acabara el siguiente mató a cuatro mujeres más.

Es indiscutible que, con la ley en la mano, JFV tiene derecho a ser libre. Ha cumplido la máxima pena posible --aunque a los profanos en la materia les cueste entender porqué son 25 años cuando la condena que se le impuso fue de 69-- y no se le puede negar la facultad legítima de rehacer su vida como quiera.

Hace unos días, el teniente jefe de la Guardia Civil a cargo de la investigación y detención de JFV, Antonio Tena, afirmó sin cortapisas en Mediterráneo que no hay posibilidad de reinserción. Abogaba por la cadena perpetua como única opción razonable para los delitos de sangre y concluía que duda que esté arrepentido de lo que hizo.

En la otra cara de la historia están quienes consideran que se le reconocen derechos a quien los arrebató todos por la fuerza. Un equilibrio casi quimérico