Yo me intenté defender y en el forcejeo pasó. Nunca se me ha pasado por la cabeza acabar con la vida de alguien y mucho menos con una persona con la que tenía una relación". Así de contundente y sereno explicó los hechos Jairo Alonso O., acusado de asesinar de 35 puñaladas a su esposa Rocío López, en noviembre del año 2008. Fue en la declaración que efectuó en el juicio oral que por estos hechos acusatorios se celebra con jurado popular en la Audiencia de Castellón, en el que el letrado que le defiende alega legítima defensa y pide la libre absolución con todos los pronunciamientos favorables.

El fiscal le acusa de asesinato con el agravante de parentesco y pide 20 años de prisión mientras que la acusación particular (la familia de Rocío) y las acusaciones populares (el Estado --Ministerio de Igualdad-- y la Generalitat) aumentan a 25 la prisión solicitada por asesinato e indemnizaciones para los padres y el hermano.

Todas las acusaciones parten de la base de que el colombiano Jairo Alonso O., de 33 años, contrajo matrimonio con la joven Rocío, en octubre del 2005, quien ocultó dicha boda a sus padres, con quienes convivía durante la semana en Castellón. Esta decidió poner fin al contrato, lo que contrarió al marido, quien tras numerosas llamadas telefónicas, "decidió acabar con la vida de su esposa" por lo que "planificó su asesinato" y posteriormente su suicidio con una explosión de gas. Convenció a la esposa para que fuera a Valencia a ayudarle a mudarse de casa y accedió. Cuando le llamó sobre las 16.30 horas diciéndole que salía hacia Valencia, el acusado bajó a la gasolinera y compró una botella de gas butano volviendo a casa. Al entrar la mujer, según las acusaciones, Jairo se abalanzó sobre ella con un cuchillo de cocina y le produjo hasta 35 heridas en órganos vitales, cara, tórax, abdomen, espalda, manos... la del corazón le causó la muerte. Acto seguido abrió la espita de la botella de gas e intentó hacerla explosionar, pero avisada la policía por otros inquilinos de la casa se hizo un corte en el cuello y las muñecas. Los testigos, policías que actuaron ese día, incidieron en esta tesis, no así el acusado.

Jairo relató que fue él quien rompió con ella, que Rocío era celosa, posesiva y le llamaba constantemente. Ese día, "estaba eufórica" y "fuera de sí" y discutieron y gritaron. Explicó a la sala que salió fuera de la habitación y al volver vio a Rocío manipular la botella de gas. Mientras, llamó a la puerta otra inquilina de la casa y le dijo que no ocurría nada. A partir de aquí, manifestó que Rocío cogió el cuchillo que tenía en la habitación y se abalanzó sobre él, intentó quitárselo y la empujó. Y así, varias veces. "No pensaba que me iba a agredir, pensé que iba a poder calmarla", matizó.

Jairo negó que hubiera decidido quitar la vida a Rocío y que se abalanzara sobre ella. Aunque sobre lo ocurrido, dijo, "lo lamento mucho, de verdad; lo siento", no aclaró a la sala cómo fue necesario las 35 cuchilladas en el cuerpo de Rocío para defenderse.