CD Castellón: Recuerdos de las voces de los goles en blanco y negro

José María Arquimbau y Eduardo Mas, relatores durante décadas de las andanzas del CD Castellón, comparten sus memorias radiofónicas con ‘Mediterráneo’

Equipo de la prensa en el viejo Castalia. Arriba, de izquierda a derecha: Troncho, Josety, Joaquín Capdevila, José Luis Serrano, Manolo Monferrer, Arquimbau y Luis Jaraba. Abajo: Wamba, Paco Breva, Pepe Chiva, Eduardo Mas y Ricardo Jiménez.

Equipo de la prensa en el viejo Castalia. Arriba, de izquierda a derecha: Troncho, Josety, Joaquín Capdevila, José Luis Serrano, Manolo Monferrer, Arquimbau y Luis Jaraba. Abajo: Wamba, Paco Breva, Pepe Chiva, Eduardo Mas y Ricardo Jiménez. / Mediterráneo / Arquimbau

Enrique Ballester

Enrique Ballester

De alguna manera, José María Arquimbau nació para ser locutor de radio. Estaba predestinado, y no solo por la voz. Nació y creció en la calle Huerto de Mas, en Castelló, y al lado vivía Lorenzo Gómez, jefe de programas de Radio Castellón. Por esa calle pasaba a menudo Chencho, el mítico locutor, a quien observaba con admiración. Enfrente de su casa, además, se ubicaba la Escuela oficial de Radiofonismo. No es de extrañar, pues, que el niño Arquimbau cogiera La hoja de los lunes para recrear y radiar a sus compañeros los partidos del CD Castellón en el patio del colegio.

En esa Escuela se formó Arquimbau antes de empezar a trabajar en Burriana, en 1959. En 1961 pasó a La Voz de Castellón, donde en 1964, con 23 años, fue nombrado director. Mantuvo el cargo --bajo la denominación de Radio Nacional de España-, hasta 1996. Como condición puso siempre seguir frente al micrófono y, cómo no, el CD Castellón.

«Mi primer partido fue en 1960, un Portuarios-Castellón en el campo de Vallejo», explica. Como periodista vivió tres ascensos a Primera y la final de Copa. Su partido favorito es el ascenso de 1989 en Burgos: «Retransmití tres partidos en dos días. El último, llegando a toda prisa desde Madrid, el del ascenso»

Arquimbau, entrevistando al presidente Fabregat, en una presentación de jugadores.

Arquimbau, entrevistando al presidente Fabregat, en una presentación de jugadores. / Mediterráneo / Arquimbau

A Arquimbau, lógicamente, se le caen las anécdotas de los bolsillos. Una vez subió al autobús de vuelta a Castellón con los jugadores, y la emisora que le había cedido la línea se puso a repetir el partido al completo. «Le dije al chófer que cambiara rápido de dial porque había criticado a algún futbolista y mejor que no se enterara, por si acaso, y por suerte me hizo caso», bromea. Otra vez en Mahón lo ubicaron junto a unas vacas y en Palma pagó 500 pesetas a un hombre para que le diera a una manivela: sin ello no podía retransmitir el encuentro. En Castalia llegó a trabajar simultáneamente para tres programas locales o nacionales: «Cantaba los goles tres veces».

Memorias con Chencho

En ocasiones, en estadios sin cabinas de radio, los locutores se sentaban en la grada y la cosa se ponía fea. Entonces recurrían a Chencho, que era brigada del Ejército, enseñaba el carnet y se le cuadraba el comandante local de la Guardia Civil. La gente se calmaba, por lo que fuera.

Es imposible hablar de fútbol y radio en Castellón sin mencionar a Chencho. «Era un genio, tenía un vozarrón increíble y era un tipo sensacional», recuerda Arquimbau, que en vida le organizó un homenaje. También muestra sus respetos Eduardo Mas, redactor jefe y locutor albinegro en la Cope desde 1969 a 1990, y posteriormente en Onda Cero, que recuerda una anécdota con Chencho en Gijón, en la semifinal de Copa: «No había cabina y estábamos en una especie de palquito. Él pensó que con poner un papelito junto al micrófono los aficionados locales no nos escucharían, pero sin micrófono ya se le oía a un kilómetro. Cuando marcó Planelles nos querían matar y tuvo que venir la policía a protegernos». 

Chencho, a la derecha con la pelota en las manos, en el equipo albinegro de la SER en los setenta.

Chencho, a la derecha con la pelota en las manos, en el equipo albinegro de la SER en los setenta. / Mediterráneo

Una vocación infantil

Eduardo Mas iba de niño al fútbol y se radiaba los partidos a sí mismo. Aunque estudió Magisterio, pronto se dio cuenta de que la radio era lo suyo. Su primer partido fue con 20 años en el campo de la Viña del Hércules, en una promoción de ascenso. En total retransmitió 815 partidos del CD Castellón. «Sí, los tengo contados», confiesa. «Creo que solo Andrés Felices ha visto más partidos del Castellón que yo». Su victoria favorita es el 4-0 al Barcelona de 1973.

Tantos años y tantos partidos dentro y fuera de casa conllevan lógicamente un desgaste profesional y vital. «Lo más sacrificado del oficio son los viajes, sobre todo cuando tienes hijos. Son muchos domingos y muchos kilómetros. Yo empecé soltero, pero luego se hace pesado. Primero habría ido pagando, luego gratis, después cobrando y al final, ni cobrando», sentencia al respecto Eduardo, que después desarrolló su carrera en medios escritos, entre ellos Mediterráneo.

La familia también influyó en el arraigo de Arquimbau en Castellón. «Me propusieron ir a Madrid e hubiese ganado más dinero, pero ya tenía hijos, decidí seguir aquí y he sido muy feliz». 

Los consejos

En cuanto a las claves para locutar un partido en la radio, Arquimbau destaca «la voz, la agilidad, el uso de frases cortas y, sobre todo, la honradez con la realidad» . «Ser los ojos de toda una afición era una responsabilidad. Ten en cuenta que no había televisión y la gente te creía. Yo intenté siempre ser moderado en mis juicios, tanto en las críticas como en los elogios, y sentí el respeto del aficionado», recuerda.