OPINIÓN

Las cuarenta de Pepe Beltrán | El peor día para que fallara todo

Los jugadores del Castellón, cabizbajos en el banquillo ante el Córdoba.

Los jugadores del Castellón, cabizbajos en el banquillo ante el Córdoba. / Kmy Ros

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Igual que la semana pasada alertaba contra la necesidad de no distraernos con la anécdota del quinto penalti fallado y centrarnos en lo sustancial, en el tropiezo, tampoco ahora voy a entrar en el victimismo y que el árbol de un nefasto arbitraje nos impida ver el bosque de la realidad, que no es otra que una preocupante, por inesperada, dinámica negativa y un equipo demasiado afectado por las veleidades de su entrenador.

Porque no hay otra. El CD Castellón dejó escapar por el sumidero de sus errores la posibilidad de dejar casi sentenciado el campeonato y, con él, el ascenso directo. Empezando por una alineación con demasiadas novedades, que incluso acusó descoordinación; paradójicamente cuando, según Dick Schreuder, venía de jugar uno de sus mejores partidos --pese a perder-- en Alcoi, con lo que ha abierto el melón de cuál es la mentira, si aquella exagerada manera de alabar los ¿méritos? de los suyos o ahora con la elección de los ¿mejores? Ítem más, con las sustituciones. La extraordinaria campaña protagonizada y el corolario del anhelado ascenso no esconden la necesidad de reconocer lo que se haya podido hacer mal. Y el técnico tuvo mucho de culpa el pasado sábado.

Además, el Castellón no supo matar el partido. No tanto por las ocasiones de gol desaprovechadas, que también, como por la picaresca y el oficio que, por contra, mostraron los cordobeses, incluso cuando iban por detrás en el marcador. La connivencia arbitral no es excusa para haber administrado mejor esa ventaja en el marcador durante los minutos que quedaban. Y no solo no lo supimos hacer, si no que regalamos el balón. Si fue por un evidente bajón físico en este tramo de la competición o falta de concentración, la verdad es que nunca dimos la sensación de controlar la situación.

Sin control

Con la cesión del mando, todavía fue a peor. Tanto el empate como el gol definitivo evidencian fallos defensivos impropios de quien hasta ahora practicaba un fútbol de superior categoría, con un ritmo e intensidad que parecen pasarnos factura en el peor de los momentos, esto es en el tramo decisivo de la competición y cuando cada error tiene un reflejo más que considerable.

Con ser grave todo lo dicho, nada que no tenga solución este próximo sábado en Valdebebas. Pero es esa última consideración la única que me preocupa, la de la afección moral de la derrota y del modo en que se produjo. Y ahí quiero conocer al entrenador, porque no hay big data que refleje el estado anímico de una persona, de un deportista. Claro que una victoria es el mejor remedio, alcanzarla es la tarea en la que hay que aplicarse antes de que el contratiempo devenga irreversible y no sepamos levantarnos para seguir siendo el principal candidato al ascenso de categoría.

Y concluyo este cúmulo de frustraciones y desahogos. Nadie dijo que fuera a ser fácil. Mucho menos que la temporada iba a acabar manteniendo la virginidad de Castalia para nuestros visitantes. Hace un año, qué digo, hace un par de meses, todos, absolutamente todos, hubiéramos firmado afrontar los próximos diez partidos con una ventaja de tres puntos sobre el segundo clasificado. Que ahora sea el Córdoba en vez del Ibiza es cuestión menor. Son ellos quienes no pueden fallar. Nosotros tenemos todavía un margen, no mucho, pero sí el suficiente como para seguir pensando que somos los mejores y que vamos a ascender. Ni siquiera las dudas generadas después de tan dolorosa derrota disipan mi convencimiento. Y ni los jugadores ni el entrenador querrán dejarme en mal lugar. No les conviene.

Post scriptum.- Ávalos Martos, que así se apellida el sujeto, pasa a la larga lista de arbitrajes catalanes que se han cruzado por mi memoria, tales como Casajuana, Esquerdo, Canaletas.... ninguno de los tres impidió que el Castellón subiera a Primera en 1981, y el del sábado no va a ser una excepción.