Las Cuarenta

CD Castellón | La opinión de Pepe Beltrán: A vueltas con la cesión de Castalia

Empero esa bonanza deportiva no ha podido eclipsar la polémica alrededor del convenio de cesión de Castalia

El presidente Voulgaris, en el palco, junto la concejala Maica Hurtado y representantes del club.

El presidente Voulgaris, en el palco, junto la concejala Maica Hurtado y representantes del club. / KMY ROS

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Partiendo de la imperiosa necesidad de reconocer los errores como premisa indispensable para poder corregirlos, los jugadores del CD Castellón y su entrenador han salvado con nota la situación crítica derivada de la, por otra parte injusta, derrota ante el Córdoba, hasta el extremo de mejorar sus opciones de ascenso directo en la medida que aumenta su distancia con el segundo clasificado y disminuyen las jornadas pendientes.

Y no era fácil, pero su fe y determinación lo han facilitado. Es la misma línea a seguir marcada por la feliz iniciativa Elijo creer, de Javier Hernández, para mantener vivo el ánimo de la afición, por lógicas que fueran aquellas dudas de hace quince días. Pero cabe insistir en que no se ha conseguido nada todavía y que tampoco faltarán vacilaciones y quebrantos en estos ocho partidos pendientes. Mas el objetivo se alcanzará, estoy convencido.

Empero esa bonanza deportiva no ha podido eclipsar la polémica alrededor del convenio de cesión de Castalia. El presidente ha vuelto a preferir las redes sociales para revelar la inacción del Ayuntamiento. Hubiera sido oportuno que su desazón no se diluyera en la nube. Y quiero pensar que si elude una entrevista con los medios de comunicación convencionales no es para orillar cuestiones incómodas, como un posible pacto de no agresión judicial con sus predecesores o la preceptiva sustitución de los destituidos miembros de Pitch32 en el consejo de administración, cuestiones que, sin duda, no han mermado la confianza de la afición.

Se conoce que no así la del Ayuntamiento, según desvelaba el mismo Haralabos Voulgaris, denunciando otro mes y medio desperdiciado sin aclararle/nos nada. En medio de un aluvión de sinrazones, la esperpéntica respuesta fue precipitar una reunión dos días después, que no figuraba en agenda. Otro ejercicio de proselitismo aderezado con el anuncio de 600.000 euros para esas obras de mejora que, sin embargo, no aparecen consignados en presupuesto alguno; como tampoco nadie sabe nada del ¿compromiso? electoral sobre la indefinida manzana albinegra.

Pero todavía ha sido mayor el ridículo empeño de medir el grado de albinegrismo con el DNI, ora por gentilicio ora por edad, paso previo del xenófobo recurso nazi del ADN.  Y no menos insultante y provocador fue referirse al afán de negocio del custodio, obviando arteramente que lleva desembolsados diez millones de euros para liberarnos de los anteriores gestores, corregir la deuda heredada e invertir en un proyecto de futuro. En suma, recursos ofensivos de quienes, en su día, nos condenaban a una maldita y patrocinada refundación, que, a lo que se ve, les supo mal que no cuajara. Por eso entiendo y comparto la preocupación de Voulgaris, porque el ascenso es una oportunidad que hay que administrar y aprovechar, de ahí la gravedad de esa denuncia por tamaño desprecio institucional. Seguro que será mucho mayor el interés en lucir palmito todos en el balcón de la plaza Mayor el día de las celebraciones, cuando habrá codazos por salir en las fotos y reclamarán su cuota de protagonismo.

POST SCRIPTUM

Para cuando la (mala) política y sus órganos de propaganda se cruzan en un argumentario, a este aficionado con el privilegio de esta sección se le plantea un debate moral y ético que el sin par Cervantes resolvió en su magna obra de El Quijote: «Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia; otros, por el de la adulación servil y baja; otros, por el de la hipocresía engañosa; y algunos, por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra».