La burbuja inmobiliaria dejó en Castellón numerosos edificios y urbanizaciones inacabadas. Son los esqueletos del boom del ladrillo, los fantasmas de hormigón que se quedaron a medio hacer hace una década y que en el caso de Almassora salpican especialmente el paisaje urbano de las zonas de Corell, Fátima y Boqueras, aparte de otros en la playa. Se trata de seis inmuebles sin finalizar, aproximadamente 230 viviendas. Ejecutados entre el 70 y el 90%, se encuentran en las calles Nueve de Octubre, Naciones Unidas, Morella y Boqueras, cuya titularidad está en manos de la Sareb, en algún caso, y de empresas en liquidación en otro.

Debido a su estado de abandono, algunos fueron objeto de vandalismo y ocupaciones, lo que provocó quejas por parte de vecinos. Precisamente, con el fin de acabar con este aspecto de deterioro en algunas zonas y buscar fórmulas que permitan culminar los edificios, el Ayuntamiento presentó tres propuestas que suman 13,7 millones para optar a los fondos europeos de reconstrucción para la rehabilitación de barrios, y la inversión más cuantiosa es la que aglutina Corell, Boqueras y Fátimas, con 8 millones.

Este es otro de los edificios sin acabar de construir, situado en la calle Morella de Almassora. Gabriel Utiel

Y es que en la zona noroeste del casco urbano del municipio se encuentran los barrios más degradados urbanísticamente, pues concentran desigualdades sociales y pobreza, existiendo segregación social y espacial. Esta situación ha favorecido la aparición de conflictos y problemas de ámbito social.  

Sin olvidar, la zona inundable del barranco de Almassora.

Dignificar las zonas

Por ello, el proyecto contempla un conjunto de rehabilitaciones para la integración de estos barrios, una «oportunidad» en palabras de la edila de Territorio, Movilidad Urbana, Patrimonio y Vivienda, Carmina Martinavarro, para dignificar estas zonas y dotarlas de servicios que ahora carecen.

Los objetivos son disminuir las desigualdades sociales, fomentar la cohesión social e intercambio generacional, fomentar un desarrollo económico resiliente de la zona, contribuir a la transición verde mediante una movilidad sostenible, contribuir a la transición digital a las tecnologías de la información de la población, mediante el acceso a internet fiable y seguro; y mejorar la accesibilidad.

Y una vez ejecutada la intervención, «buscar fórmulas público-privadas» para dar solución a esta situación, de difícil solución, ya que la propuesta presentada a los fondos Next Generation de la EU no puede actuar directamente sobre estos esqueletos, al tratarse de actuaciones privadas, y estar dirigidas a regeneración de barrios.

En Almassora hay varios 'esqueletos urbanos' desde hace una década. Gabriel Utiel

No obstante, con estas actuaciones que se plantean «se espera incentivar la culminación de estos desarrollos inmobiliarios privados, así como la implantación de actividades económicas en sus locales comerciales», según recoge la memoria con la descripción de la actuación. La transformación de estos barrios conseguirá que sean más atractivos en el futuro para planeamientos privados. 

Para ello, la solicitud de fondos para el entorno de Corell contempla equipamientos deportivos, recorridos peatonales accesibles y seguros, carril bici como el ya existente en otras zonas, servicios urbanos que superen la obsolescencia actual y actuaciones para disminuir el riesgo de inundación por el impacto del barranco.