REPORTAJE

La despedida más esperada de la Vall d'Uixó

El colegio Rosario Pérez tiene las horas contadas, y esta afirmación, lejos de tener una connotación negativa, es la gran noticia anhelada por toda la comunidad educativa  

A las puertas de la Navidad, la comunidad escolar despidió el edificio que va a ser demolido para construir uno nuevo.

A las puertas de la Navidad, la comunidad escolar despidió el edificio que va a ser demolido para construir uno nuevo. / MÒNICA MIRA

En 1977 se abrieron las puertas del primer colegio del barrio Carbonaire. Aquel fue un momento feliz para la Vall d’Uixó. La apertura de un nuevo centro escolar siempre significa que un pueblo prospera y crece. Prácticamente, medio siglo a lo largo del cual muchas han sido las generaciones de vecinos que se han formado en este edificio tan singular, adaptado al abrupto perfil de unos terrenos ganados a la montaña que ha cumplido con creces su misión hasta la fecha. Es, al fin y al cabo, historia viva de un barrio, que ahora tiene los días contados. Para bien.

Ayer, en vísperas de las vacaciones navideñas, la comunidad educativa celebró una fiesta de despedida. Hubo un poco de nostalgia, es inevitable, pero sobre todo, como cualquier fiesta que se precie, hubo mucho de celebración y también esperanza. 

La mayor parte del gobierno local se sumó a la celebración.

La mayor parte del gobierno local se sumó a la celebración. / MÒNICA MIRA

Cuando los escolares y el equipo docente vuelvan a las aulas, el 8 de enero del 2024, será en un complejo de barracones, porque el colegio Rosario Pérez, aquel edificio a varias alturas, va a ser demolido, como paso previo a una reconstrucción tantos años reivindicada y esperada.

Necesidades educativas

La escuela inaugurada en 1977, entonces, como recuerda el historiador local Juan Fuertes Palasí, dirigida por Francisco Segarra Bernat, respondía a las necesidades educativas y las obligaciones normativas de la época, pero tanto unas como otras han evolucionado y el Rosario Pérez hace años que se quedó atrás

La alcaldesa, Tania Baños, enfatizó ayer que la educación pública «es un motor de cambio social» y este colegio «ha contribuido a cambiar el barrio Carbonaire, el más grande de la Vall». 

Ahora toca una nueva transformación, que costará cerca de 6 millones de euros, una inversión que ha hecho sentir a los vecinos que ellos también cuentan, que sus necesidades, ahora sí, son una prioridad. El colegio del que ayer se despidieron pronto será un solar en el que darán forma a un futuro parecido al que soñaron en 1977. 

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