El CD Castellón ha pasado de poder dejar prácticamente vista para sentencia su permanencia, a afrontar el encuentro del sábado en Castalia (16.00 horas) como un match-ball en contra para no volver al descenso. El paupérrimo balance frente a dos rivales directos como Logroñés y Cartagena (el 0-0 y gracias con los riojanos en Castalia y el 1-0 en Cartagonova, injusto pero inamovible) le han hecho perder todo margen respecto a la zona peligrosa cuando, de haber ganado ambos cara a cara, con 46 puntos y lo que habría supuesto que no sumaran ni blanquirrojos ni los otros albinegros, le habrían permitido, al menos, poner el cava de la salvación a enfriar.

La metáfora de la botella medio llena o medio vacía en clave del Castellón. Afronta las cuatro últimas jornadas dependiendo de sí mismo y, aunque solamente por la diferencia global de goles, fuera de las cuatro últimas posiciones. Cualquiera lo hubiese firmado antes de comenzar la temporada; más aún cuando, justo hace tres meses, cayó a lo más hondo de la clasificación. Sin embargo, tras la victoria contra el Mallorca, inesperada pero tangible, con un calendario inminente asequible, la perspectiva de conseguir el objetivo se veía cercana.

Mala 'trilogía'

Primero, el partido de Tenerife. Carro de bajas en los locales, ya entonces en tierra de nadie, jugando en superioridad numérica desde antes de la media hora. Pasó que casi se pierde, primero con el 1-0 y, luego, por el penalti detenido por Óscar Whalley. Los albinegros dejaron cierta sensación de conformismo en el Heliodoro Rodríguez López.

Con todo, se veía la visita del Logroñés como esa primera oportunidad para encarrilar la permanencia. Los albinegros, de nuevo, ofrecieron muy malas vibraciones, pero no perdieron y salvaron el cara a cara particular, debido a la enorme diferencia en el golaveraje general. Objetivo mínimo.

Mejor imagen, peor resultado

Más presión para Cartagonova, donde el Efesé le esperaba con el agua al cuello. Un partido diferente al de siete días atrás, con un Castellón con mayor personalidad y buenas ocasiones... Hasta que surgió Rubén Castro y los orelluts desaparecieron peligrosamente.

Después de presentar números de play-off, ahora el Castellón tiene la alerta encendida. Tres jornadas sin ganar y cerca de cuatro horas sin marcar: 236 minutos, desde el 1-1 de Rubén Díez en Tenerife.

Así que si estos dos últimos encuentros afilaban los calificativos en torno a su trascendencia, más relevancia cobra, aún si cabe, la visita de una Ponferradina que, a raíz de la derrota en El Toralín contra el Albacete, da carpetazo a la temporada (además, llegará con seis bajas, entre sancionados y lesionados). El tipo de rival contra el que todos querrían jugar.

Lo que queda por delante

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No es malo el calendario, con la posterior visita a La Romareda (día 20, a las 21.30 horas) y la comparecencia del Rayo Vallecano a Castalia (día 24, a las 21.00 horas), más esa despedida en La Rosaleda (día 30, a las 21.00 horas). Pero hay que acabar sumando los al menos seis puntos (tirando por lo bajo, y cruzando mucho los dedos) donde y contra quien sea. Ya no queda margen de error (o mejor dicho, no lo hay mientras los rivales directos no lo prorroguen).

Con tantos equipos peleando por eludir el descenso (solamente el Albacete parece descolgado), la clasificación aún puede dar muchas vueltas, en una final de temporada tan igualado por lo abajo en Segunda A como no se recuerda. Siete equipos, a evitar las tres plazas que nadie desea.