Liga de Campeones

Haaland, un monstruo 'vikingo' descubre el Bernabéu

Aunque llegó maduro a Manchester, Guardiola ha terminado de pulir una joya única | Su físico de atleta esconde un monstruo futbolístico que ha destrozado todos los récords

Erling Haaland.

Erling Haaland. / EFE

Marcos López

Marcos López

"Me voy a casa, ceno, juego algo a los videojuegos y a dormir­. ¿Qué videojuegos? Me da demasiada vergüenza decirlo". Así, como si nada tuviera que celebrar, agotó Erling Haaland las horas posteriores a la efémeride nunca vista antes en la historia moderna de la Premier. Marcar 35 goles en una sola temporada, superando los 34 de Andy Cole (Newcastle, 93-94) y Alan Shearer (Blackburn Rovers 94-95 ).

Pero como si nada trascendente hubiera hecho el delantero noruego, la exaltación del fútbol del futuro representado en el cuerpo de un atleta que le emparenta a Ibrahimovic. ¿Futuro? No, es el fútbol del presente. Mide Haaland 1.94 m (22 años), un centímetro menos que el sueco (1.95, 41 años), una carcasa donde habita un monstruo futbolístico que ha destrozado todas las previsiones. Un monstruo que descubre el Bernabéu, un estadio que jamás ha visitado liderando el devastador City de Guardiola, capaz de adaptarse de manera casi perfecta a la utopía que representaba vivir con un ‘nueve’.

Acostumbrado Pep a trabajar sin ese goleador de referencia -se inventó en la diminuta figura de Messi la majestuosa función del ‘falso nueve’- ha topado, al fin, con un jugador que sintetiza toda su enorme producción ofensiva. Joven humilde y bromista, que exhibe su singular sentido del humor escandinavo, conectado con Foden, cómplice en el campo de Kevin de Bruyne, su mejor asistente, y en conexión extradeportiva con Jack Grealish, su socio en la banda izquierda.

"Después de cada partido me dice: 'Oye, no salgas esta noche de fiesta'. Solo le digo que se calle y vaya a sentarse en su baño de hielo", bromea Grealish, uno de sus grandes amigos en la plantilla citizen

"Tengo una gran amistad con él", confesó el exdelantero del Aston Villa en una entrevista con el diario inglés 'Daily Mail'. "Después de cada partido me dice: 'Oye, no salgas esta noche de fiesta'". Solo le digo que se calle y vaya a sentarse en su baño de hielo", indicó Grealish bromeando que ha marcado Haaland más goles esta temporada que él en toda su carrera. No se equivoca.

Suma Grealish, con 27 años, 23 goles en 149 partidos de la Premier. El noruego, con 22, alcanza 35 tantos en 32 jornadas. No solo eso. También acompaña con auténtico altruismo el aterrizaje europeo de Julián Álvarez, delantero argentino recién coronado campeón del mundo en Qatar que deberería ser su supuesta competencia. Supuesta porque solo Haaland compite contra Haaland.

Tipo natural que igual bromea con Henry, comentarista de la tv inglesa, cuando confesó que "la gente pensará que soy un psicópata, pero me gusta recibir golpes durante un partido". Lo dijo justo después de meterle cinco goles en la Champions al Leipzig. Goles que decía no recordar pese a que los había hecho segundos antes. Goles que no procesa. Ni tampoco piensa. Llega, marca y se va empeñado como anda en un misterioso desafío del que no habla. Ni quiere compartir.

Rompiendo teorías y récords

A Haaland, que en su adolescencia dijo que solo quería hacerlo mejor que su padre Alf-Inge, que también jugó en el City (2000-2003), pero sin dejar huella alguna y donde recibió la brutal agresión de Roy Keane (abril de 2001) durante un derbi con el United, le mueven motivaciones que van mucho más allá.

Capaz como ha sido el joven noruego en pocos meses de quebrar absurdas teorías sobre períodos complejos de adaptación al exigente fútbol inglés que tiene en la Premier la bandera de la mejor industria futbolística del planeta. Y en el City el escaparate perfecto, al que le falta la Champions para completar la perfección.

Por eso, y sin olvidar la vinculación familiar, escogió unirse a Guardiola. Tenía ofertas de todos: Bayern Múnich, la opción más sencilla por su paso previo en el Dortmund, Barça, Xavi y Jordi Cruyff fueron en vano a verlo a Múnich para seducirlo, Manchester United, lo más remoto por el pasado con su padre, Chelsea, Liverpool… Y el Madrid de Florentino, que navegó entre Mbappé y él para quedarse finalmente sin ninguno de los dos.

Escogió, en un diseño de carrera tan profesional como económicamente estudiado primero junto a Mino Raiola, el agente que lo tuteló antes de morir, como Rafaela Pimenta, la representante que tomó la herencia, seguir los pasos adecuados sin que la tormenta de goles agitara su hoja de ruta.

Pep, del 'falso nueve' al 'nueve' puro

'Nació' primero en el Bryne, donde debutó con solo 15 años, después en el Molde (apenas una temporada), luego en el Red Bullz de Salzburgo (lo fichó para cinco y solo estuvo una campaña) y luego al Dortmund (dos años estuvo después de abonar 20 millones y venderlo por 55), donde Europa ya quedó asombrado por ese delantero, que escogió ir a evolucionar con Guardiola.

Bajo esa impresionante carrocería del joven noruego se esconde unas piernas de atleta que sostienen a un competidor extremo

Y Guardiola escogió evolucionar con Haaland, el ‘nueve’ que jamás tuvo porque su inolvidable Barça devoraba a ese tipo de especialistas. Pregunten, por ejemplo, a Etoo o Henry, goleadores reciclados a la banda. O no pierdan el tiempo en viajar a Milán para hablar con Ibrahimovic del “filósofo” como despectivamente llamaba a su entrenador en el Camp Nou.

Con Haaland, en cambio, todo ha conectado casi a la primera. Delantero rápido, rapidísimo, que arranca los sprints tal si fuera un atleta. Baja la línea de los hombros, incluso desciende un poco su cabeza (como si no quisiera medir casi dos metros) y se dirige corporalmente hacia lo que se llama posición de penetración en el aire. Acelera de manera espectacular de 0 a 10 metros, pero también lo sostiene hasta los 40 o 45 metros, algo que resulta inalcanzable para los demás. Ahí está la diferencia. Corre y resiste.

En cada una de esas carreras hay un inevitable hilo emocional y físico con Gry Marita Braut, su madre, que fue campeona noruega de heptatlón. Por eso, él, ya con cinco años, competía en pruebas de atletismo y hacía saltos de longitud. Anida en Haaland una carroceria de atleta coronada por una mente privilegiada de competidor extremo.

Está siempre obsesionado con el trabajo, como le recuerda Grealish, loco de vivir horas y horas recluido en el gimnasio, hipnotizado por el seguimiento de una dieta adecuada. Tiene el motor de un Fórmula 1. Y así debe cuidarlo con alimentación planificada al máximo, bebiendo, además, agua filtrada, loco por las proteínas y los productos de proximidad, seducido por lo que él llama su "poción mágica", aunque no aclara en qué consiste) y un carácter meticulosamente profesional, sin ese egoísmo que invade a los nueves.

"Tú, tú tenías que tirarlo", le gritó indignado Guardiola al delantero cuando cedió el pasado sábado el penalti a Gündogan, que ya llevaba dos goles al Leeds. Pero falló y eso enervó al técnico del City, quien le recordó a Haaland el orden de prioridades. Él priorizó, en cambio, la felicidad del compañero, que entiende el cuidado de su cuerpo como algo imprescindible. Guardiola, también.

"Cuidados especiales"

"Si compras un jugador así no puedes dejar nada a la improvisación", recuerda el técnico. "Aquí lo cuidamos las 24 horas. Debemos tener cuidados especiales porque él tiene un físico especial y debemos cuidarle", argumenta Guardiola, quien ha ido dosificando al delantero con cambios que ha aceptado, incluso cuando lo quitó a la hora de partido con el Leipzig tras anotar cinco goles.

En el Dortmund, estuvo el 40% de los partidos posibles lesionado la pasada temporada; en el City, apenas el 5% ha estado de baja por lesiones leves. Erling no para de mejorar su cuerpo con sesiones especiales de entrenamiento más allá de lo que se hace en la ciudad deportiva del club citizen, usa gafas especiales para no cansar los ojos, baños de hielo inmediatos después de cada encuentro y una criocámara, sin olvidar, por supuesto, los 40 minutos diarios de yoga. Y así, día tras día. Semana tras semana. 

"No creo que Erling juegue para la historia. No es su primer motor. Está pensando en el presente", reveló Alf Ingve Berntsen, su exentrenador en el Bryne, al diario francés ‘L’ Equipe’. Tipo, además, inteligente en el juego porque se mimetizó en el ambicioso juego del Red Bull de Salzburgo, donde debía presionar y contrapresionar, además de interpretar con acierto su encaje en el juego sin balón del Dortmund unido a su compromiso defensivo, por lo que llegó ya maduro a Manchester donde Guardiola ha terminado por pulir una joya única.

Un monstruo "vikingo", como él mismo se define, que aterroriza allí por donde pasa. Incluso al madridismo, dueño como se siente y con razón de la Copa de Europa, y al Bernabéu, un estadio que jamás ha pisado.

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