La provincia ha perdido más de uno de cada diez árboles de clemenules que tenía en el 2009. Lo dicen las estadísticas oficiales de la Conselleria de Agricultura. En el censo incluido para elaborar el aforo citrícola de este año, los técnicos de la Administración autonómica incluyen un total de 19.980 hectáreas de esta variedad en el territorio provincial. Esto significa que son 2.870 de las que existían en el 2009, cuando eran 22.850.

Hay varias razones que explican este descenso, pero no deja de asombrar que, siendo la clemenules una de las variedades de clemenina más apreciadas -la auténtica reina en el tramo de la temporada en que nos encontramos (actualmente los collidors centran prácticamente toda su labor en recolectar esta fruta)-, se haya producido este descenso.

falta de rentabilidad // Sin duda, el envejecimiento de los agricultores castellonenses y la falta de profesionalización en el sector contribuyen a este abandono. Pero la razón principal se encuentra en los escasos ingresos que se reciben por este cultivo año tras año. Sin ir más lejos, para la campaña citrícola en curso, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) lamentaba esta misma semana que ya se han originado pérdidas en la Comunitat Valenciana por valor de 81 millones de euros, al forzar al productor a vender su fruta por debajo de los costes de producción.

En el caso de Castellón, la temporada pasada se cerró con unas pérdidas de 17 millones de euros, según las estimaciones de la Unió de Llauradors. Y, de esta cifra, casi la totalidad correspondió a la clemenules. Y es que las buenas cotizaciones que esta variedad registró en la campaña 2015/2016 no logró contrarrestar la falta de producción que se produjo por efectos climáticos.

16 millones en pérdidas // Este hecho marcó críticamente la temporada para los agricultores provinciales de clemenules, que cerraron la misma con unas pérdidas de 16,4 millones en la provincia, según las cuentas de la Unió, ya que la falta de tonelaje no compensó los costes de cultivo, que aumentan año tras año.

Y en la temporada en curso las cosas no van por mejor camino. Todas las organizaciones agrarias, incluida Fepac-Asaja, han calificado la temporada como «desastrosa», hasta el punto de poner su esperanza en que las lluvias vacíen las cámaras de comercios y cooperativas y las empresas distribuidoras se vean necesitadas de realizar compras a mejor precio.

De esta manera, si la campaña no mejora (se acerca San Nicolás y Navidad, fechas clave para la venta), al concluir se pueden producir nuevos abandonos de campos y continuar reduciendo la extensión de la reina nulera.