Uno de los toreros que ha dejado su impronta en la recién terminada Feria de la Magdalena ha sido Borja Jiménez. Abrió la primera puerta grande del abono en la corrida de Victorino, ganadería con la que el año pasado salió a hombros de Las Ventas y con la que consagró su título de gran revelación de la temporada.

Borja Jiménez y Julian Guerra se recrearon en cada espacio y disfrutaron al máximo la visita. MEDITERRÁNEO

Cortó dos orejas en Castellón, iniciando de manera triunfal una temporada en la que estará en todas las principales ferias de España. Aquella noche del domingo 3 de marzo celebró el triunfo de una manera muy especial, visitando el Museu del Bou. Tras desprenderse del vestido de luces y asimilar la tarde bajo la ducha, su primera cita fue en Burriana. Hasta allí acudió con su apoderado Julián Guerra, el hombre que ha sabido entender y sacar la mejor versión del torero que es ahora, después de ocho años de ostracismo en los que no sonaba el teléfono para el diestro de Espartinas.

Pero Julián, que tiene un sexto sentido para los toreros, olió enseguida que Borja tenía madera de figura, así que lo rescató, entrenó junto a él, lo mentalizó y lo preparó para triunfar. En un año ha pasado de estar completamente olvidado por las empresas a ser imprescindible para las mismas. 

El diestro, en uno de los chiqueros del Museu del Bou donde se se recrea el toro de Miura exhibido en su día por Satine. MEDITERRÁNEO

Nadie dijo que fuera un camino de rosas. Guerra es de una exigencia severa, impone una disciplina militar en el entrenamiento y la concentración. Algunos toreros que comenzaron junto a él se quedaron en el camino, otros han llegado a la cima de su mano. Camina o revienta. Julián habla con transparencia, no valen los remilgos. Es de los pocos que dice las verdades a los toreros, a quienes espolea para que pisen los terrenos que llevan a la gloria, los mismos donde queman los pies, donde la vida pende de un hilo. Lo dice quien tantas veces le ha plantado cara a la muerte, primero como torero y ahora luchando contra un linfoma de Hodgkin, el cáncer del sistema linfático que sufre y que no ha impedido que, incluso desde el hospital, dirigiera sus entrenamientos al torero a través de videollamada.

Visita para el recuerdo

Borja Jiménez y Julián Guerra, en Burriana, atienden las explicaciones de Rafa Arribas.. MEDITERRÁNEO

Una historia de superación, exigencia, complicidad, esfuerzo y mentalización que cautivó a Satine, de ahí que les abriera las puertas de este museo para contemplar, en una visita privada y muy enriquecedora, los tesoros taurinos que hay expuestos y que deslumbraron a ambos. Borja se relamió en cada rincón, pero no pudo evitar emocionarse al ver los vestidos de luces de Juan Belmonte, uno de los toreros por los que siente veneración por lo que le ha contado una persona muy ligada a él desde niño, Espartaco padre, que creció con el afecto del Pasmo de Triana. Mientras que Julián quedó seducido ante tantos recuerdos de uno de sus ídolos, Manzanares padre, e incluso le tembló el pulso al empuñar el estoque de Manolete. Una cita de emociones que se alargó hablando de los valores del toreo y de la vida, con la historia de la tauromaquia como testigo.