FIRMA INVITADA

Compartía sus valores

Vicent Zaragoza

Vicent Zaragoza

Querid@ lector/@, he leído por el ingreso de Vargas Llosa en la Academia Francesa de la Lengua, que el Premio Nobel ha comentado, con razón, que los libros le han ayudado a no sentirse extranjero en ninguna parte. Por cierto, he dicho con razón, pero realmente quiero decir que la idea y la expresión que utiliza, tienen belleza y verdad. Me gusta. Así lo siento y manifiesto. Pero si asumo como propia esa afirmación, no es porque estoy medio afrancesado. ¡No! ¡Ni mucho menos! No es porque mi padre vivió en Francia y, a pesar de que en principio sufrió aquello de «espagnol de merde», siempre habló bien de la integración social y de los bienes que le ofreció la Francia anterior a la guerra civil española. Ni tampoco porque Tere, mi mujer, después de vivir 15 años en París y un montón más aquí, aún dice que nunca se sintió discriminada ni en el estudio, ni en el trabajo, ni en las relaciones sociales. Tampoco me condiciona el hecho de que François Hollande, el que fuera presidente de la república, le concediera a Tere la Orden del Mérito Civil. ¡No! ¡Nada de eso!

Hija de muchos sueños y revoluciones

Digo desde la sinceridad y espero que me entiendan, que al igual que otros muchos jóvenes que comprometidos políticamente con la democracia llegaron a París durante la dictadura franquista, aproveché la ayuda del viejo PCE para ir a reuniones y leer todo aquello que referido a la historia, filosofía, política… me resultaría imposible encontrar en España. Allí, pues, aprendí que toda la izquierda, también la comunista, era hija de muchos sueños y revoluciones, pero sobre todo de la Revolución Francesa de 1789, de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de la democracia como valor universal que afirma esa declaración.

Por eso entiendo a Vargas Llosa: yo tampoco me sentía extraño en aquellas tierras, ni entre sus historias ni gentes, compartía sus valores.

Analista político

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