ECONOMÍA

El alza de los costes pasa factura al comercio de Castellón con 272 cierres en un año

El precio de la energía y las materias primas asfixian a un sector que ya baja de los 10.000 autónomos

Un viandante pasa frente a una tienda de Castelló cerrada, una imagen que se repite en prácticamente todos los municipios de la provincia.

Un viandante pasa frente a una tienda de Castelló cerrada, una imagen que se repite en prácticamente todos los municipios de la provincia. / GABRIEL UTIEL BLANCO

Elena Aguilar

Elena Aguilar

El pasado mes de septiembre, en pleno tsunami energético, el comercio tradicional lanzaba en Castellón un grito de auxilio. Los costes, sobre todo de la luz, el combustible y las materias primas, eran tan inasumibles que el sector estimaba que hasta el 20% de las tiendas de ropa, panaderías, mercerías o carnicerías de la provincia iban a echar el cierre. Y, aunque afortunadamente las persianas bajadas no han sido tantas como aventuraban los empresarios, los datos demuestran que los últimos meses han sido negros para una actividad que en la provincia pasa por un momento crítico. 

Que la presión de los costes asfixia al comercio tradicional es algo que denuncian a diario quienes están detrás de un mostrador y ahora es la Seguridad Social la que pone cifras al drama. En el último año, la actividad comercial perdió en Castellón 272 autónomos, al pasar de los 10.185 contabilizados en febrero del 2022 a los 9.913 del mismo mes de 2023. Un año antes, en cambio, la cifra se mantuvo prácticamente invariable mientras que en 2020, en plena pandemia, echaron el cierre 152 autoempleados.

El comercio de barrio, el de toda la vida, ya cuenta en la provincia con menos de 10.000 profesionales por cuenta propia y la cifra está muy lejos de la registrada, por ejemplo, hace casi una década. En el año 2014, y tras algunos altibajos por la crisis iniciada en 2008, los autoempleados en el sector llegaron a ser 11.469, aunque a partir de entonces la curva siempre ha evolucionado hacia abajo. 

"Los gastos se nos comen"

A quienes en Castellón siguen luchando por sacar adelante un pequeño negocio estas cifras no sorprenden en nada. «Los gastos se nos están comiendo y el sector está tocado. No hay relevo generacional y, además, hay establecimientos que cierran porque no pueden asumir las facturas», describe Juan Rodolfo, panadero de Almassora, presidente de la asociación de panaderías de Castellón y, además, presidente de la Confederación de Comerciantes Covaco Castellón-Confecomerç.

Adsuara asegura que en sectores como el de la panadería las facturas de las materias primas y de la electricidad se han llegado a triplicar, un sobrecoste que no pueden trasladar al cliente. «El aceite de girasol ha aumentado un 100% y con la harina, el tomate o el azúcar ha ocurrido lo mismo. Si trasladáramos ese sobrecoste al consumidor nos quedaríamos fuera del mercado», reflexiona este profesional que hace hincapié en que en Nules, por ejemplo, solo queda un obrador y en Almassora mantienen el negocio «cuatro o cinco, mientras hace décadas llegaron a ser una veintena. 

A las panaderías los números no les salen y lo mismo podría decirse de las carnicerías, fruterías o las tiendas de ropa o calzado. Un solo paseo por las calles de cualquier localidad de Castellón basta para comprobar que las persianas bajadas para siempre son cada vez más abundantes. Y una de las últimas en anunciar el cierre ha sido el emblemático almacén Monfort Hogar, en la calle Alloza y la avenida Rey en Jaume de Castelló, que desaparece tras 45 años.

Acceder a las ayudas , una odisea

El pequeño comercio, que todavía se lame las heridas de una pandemia que frenó por completo su actividad mientras trata de luchar contra la escalada inflacionista avisa que su situación es crítica y lanza sus dardos contra la administración. Aunque la mayoría de ayuntamientos han puesto en marcha en los últimos meses bonos para ayudar al sector, la patronal considera que se puede hacer más. «La Diputación podría ayudarnos y la Cámara de Comercio, también», dice Adsuara que lamenta que la línea de subvenciones puesta en marcha por el Gobierno y la Generalitat no siempre ha llegado a los negocios. «La burocracia es tan farragosa y tienes que llenar tantos papeles que, o acudes a un gestor, o desistes porque no sabes ni por dónde empezar», denuncia. 

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