Conselleria afirma que están vigilando

La temida ‘pinyolà’ suma pérdidas en campos de cítricos de Castellón

Los agricultores piden un estudio en cada término por variedades para frenar el impacto

Imagen de la pinyolà en naranjas de Castellón.

Imagen de la pinyolà en naranjas de Castellón. / MÒNICA MIRA

El granizo, el calor y la escasez de lluvias, un riego y abonado deficientes, los robos y ahora la pinyolà, el enésimo problema llegado para desesperar esta campaña a los productores de cítricos de la Plana. Así lo han denunciado las asociaciones de agricultores independientes de Nules y Vila-real ante la «grave» afección que han detectado en algunas zonas, y que está dificultando la venta de la escasa producción de clementinas.

Como advierte el portavoz de ALIV, Víctor Viciedo, «lo primero que hacen los comerciales en el campo es abrir la fruta». Si le encuentran piñones, no la compran «porque dicen que no tiene salida en el mercado». Y ante este panorama, informan desde la entidad de Nules, «es difícil de entender que durante 27 años no se haya encontrado una solución» a la convivencia entre la apicultura --las abejas son el gran agente polinizador-- y el cultivo de cítricos.

Incumplimiento de distancias

Una de las personas afectadas en Nules por la temida pinyolà asegura a Mediterráneo que recientemente detectó la presencia de una veintena de colmenas entre campos de naranjos, a pesar de que la normativa establece que «queda prohibido el asentamiento a menos de 4 kilómetros de plantaciones de cítricos», así lo indica el acuerdo del Consell aprobado el 10 de marzo del 2023. En este caso concreto, aseguran que estaban a menos de 500 metros, lo que ha provocado que todas las plantaciones, en un radio de 2 kilómetros, presenten pinyolà.

No es un tema nuevo. La conciliación entre ambas actividades, la apicultora y la citrícola, viene generando tensiones desde largo. En la Conselleria de Agricultura aseguran que están «trabajando en ello, viendo de regular y controlar el cumplimiento de las distancias mínimas de separación».

El problema, según denuncian los citricultores, es que cuando se detecta la pinyolà «ya es demasiado tarde y no hay manera de compensar las pérdidas que genera».

En su momento, las organizaciones agrarias y las cooperativas, como recuerda Viciedo, confeccionaron un informe que proponía la instalación de una malla sobre los campos de mandarinas híbridas, las que propician esa polinización cruzada, «pero la solución no es viable para el agricultor, que debería asumir un coste muy elevado sin ayudas». Tampoco lo es dejar de plantar las variedades que en la polinización motivan la aparición del piñón «porque el productor tiene derecho a elegir el cultivo más rentable».

Lo que proponen las asociaciones independientes de agricultores es que se realice «un estudio de variedades por municipio, para definir dónde se pueden poner y dónde no las colmenas». Porque lo que remarcan es que «los huertos son nuestros y los apicultores basan su actividad en nuestros árboles», incide Viciedo. Las asociaciones denunciantes han pedido una reunión con Conselleria para buscar una solución «definitiva». 

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