La crónica | El Castellón más sólido sigue construyendo algo grande (2-0)

Piedra a piedra, el Castellón de Schreuder sigue construyendo algo grande. Este domingo, en un ejercicio profesional y solvente, ha sumado la sexta victoria en seis partidos en Castalia. Los goles de Medunjanin y Raúl Sánchez, uno en cada parte, tumban al Alcoyano y afianzan el liderato del Castellón, pase lo que pase esta noche en los partidos de sus perseguidores.

Nunca, y nunca es nunca, en una temporada es todo siempre bonito. Ningún equipo, y ningún es ningún, avanza en el campeonato con el viento a favor. Todos los campeones, y todos es todos, sufren por el camino un rosario de adversidades. Siempre, y siempre es siempre, lo que diferencia a los que llegan de los que no es la capacidad para superarlas y adaptarse.

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Un día es una enfermedad que te deja sin el carrilero titular, otro es un problema familiar de un defensa, y un tercero una derrota inesperada a domicilio. Las preguntas van variando pero lo importante es la respuesta, y la respuesta del Castellón de Schreuder a las primeras curvas está siendo de una solvencia matemática. Contra el Alcoyano en Castalia, el equipo orellut debía responder si la derrota en San Fernando fue un accidente o un síntoma.

Y ocurrió tal que así: el encuentro se revolcó en el fango hasta que apareció Haris Medunjanin.

El 1-0

Era el minuto 41 y Óscar Gil, que estaba tarjeteado, frenó al límite un avance peligroso del Alcoyano. El árbitro, que tenía aún en la retina un lance similar sobre Villahermosa, que tampoco fue castigado, dejó seguir y el Castellón siguió, claro. Trenzó el ataque por el flanco izquierdo repitiendo centros taponados. En el tercer intento se abrió un arcoíris combado: la zurda de Salva Ruiz conectó con la testa de Mendujanin, que batió a Valens de un cabezazo picado.

Con ese gol, el Castellón llegó al descanso en ventaja (1-0). Lo que había sucedido antes hablaba de lo que sucede cuando termina la novedad, cuando cambian la hora y muere la excitación del verano. Del equipo entusiasta y eléctrico que transportó a Castalia a la ciencia ficción no había rastro. Ocurre también que los rivales ya te están esperando. Ocurre un poco de todo: hay días para brillar y días de pico y pala. Días para ir tirando.

Avisos

Castalia gritó 'uy' en el minuto 20, cuando el meta Valens sacó una mano tremenda para evitar el gol en un cabezazo en plancha de Manu Sánchez, tras un centro de De Miguel desde el costado. Pero Castalia también gritó 'ay': en el minuto 24, cuando un tiro de Agüero desde la frontal probó a Gonzalo Crettaz, y en el 28, cuando Pablo Ganet rozó el gol olímpico en un córner tenso y enroscado.

Parecía más cómodo el Alcoyano, de hecho, durante un largo rato. El Castellón acumulaba imprecisiones, anudado por dentro y desnudado por fuera, visiblemente incómodo. Pero un equipo tiene a Medunjanin y otro, no. Y claro.

Segunda parte

Con ventaja en el marcador, las cosas iban a cambiar tras el descanso. Sin grandes alardes, el Castellón empezó a fluir y cuando el Castellón fluye ejerce en el rival el efecto de una gota malaya. El 2-0 lo marcó Raúl Sánchez en el minuto 71 con un tiro raso y esquinado que acabó en la red tras golpear en el palo y en el portero, pero pudo llegar antes. En el 52, quizá, en otro intento de Raúl, que chutó igual que chutaron después Villahermosa (53'), Calavera (54') y, tras los primeros cambios, Cristian (65') o Jeremy (67').

El 2-0 llegó porque tenía que llegar: fue justo después de una contra clarísima desperdiciada por Calavera y había nacido en una travesura de Jeremy de León, que además de eso provocó dos amarillas en un pestañeo y nos recordó quién es el bueno. ¿Quién es el bueno? El bueno es al que los defensas malotes van a pegarle.

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Con la ventaja doble, Schreuder volvió a mover el banquillo. Protegió al tarjeteado Óscar Gil, dando carrete a Alberto en la cueva; y asomó en ataque Kastaneer, que se llevó la ovación de la noche nada más aparecer. La entrada de Kastaneer en banda derecha liberó a Jeremy, que no tardó en plantar a Raúl frente al portero (se trastabilló solo) y en firmar el regate de la noche. Si uno se fijaba podía leer el mensaje: "La próxima vez me pegáis más fuerte".

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