Con el 2021 recién inaugurado, los ayuntamientos ya vislumbran en el horizonte el ecuador de la legislatura, en la que los pactos han sido y son fundamentales, aunque en menor medida que en el 2015, para garantizar la gobernabilidad, después de los resultados que arrojaron las urnas en mayo del 2019.

Fruto de esos comicios, el tradicional dicho de año nuevo, vida nueva se cumplirá a pies juntillas en una plaza importante de la provincia como es Orpesa, donde habrá cambio de alcaldesa dentro de seis meses. Así lo establece el acuerdo de gobierno alcanzado entre PSOE (con cinco ediles) y Ciudadanos (dos), cuya alianza permitió arrebatar la vara de mando al PP, que la ostentó durante más de una década.

Dos años para cada una

Y es que el condicionante más llamativo de ese pacto es la alternancia de dos años entre ambas cabezas de lista. Así, la actual alcaldesa, María Jiménez (PSOE), que ha empezado gobernando, cederá la alcaldía a Araceli de Moya (Ciudadanos), que cerrará el mandato hasta el 2023.

El traspaso de poderes tendrá lugar a mediados de junio --la investidura fue el 15 de junio del 2019-- y lo que sí está claro es que el cambio solo afectará a la punta de lanza de la corporación. «Todos nos quedaremos igual», confirma Jiménez, de modo que la socialista seguirá como concejala de Hacienda, Urbanismo y Personal; y De Moya sumará las labores de alcaldesa a las competencias que lleva en Comercio, Empleo, Sanidad y Policía.

Entendimiento sin fricciones

Las dos coinciden en que hay buena sintonía y que el futuro y el bienestar de Orpesa está por encima del color político. «Las cosas están bien, formamos un buen equipo. El objetivo común es que el municipio avance y en ello estamos», explica Jiménez, quien recalca que «la unión por los vecinos» prevalece a las respectivas ideologías.

Por su parte, la que se convertirá en la primera representante de Cs en asumir la alcaldía en un municipio de Castellón valora «positivamente» el año y medio que llevan compartiendo ejecutivo en el consistorio. «La relación es buena. Confío en las decisiones que ella (Jiménez) toma y ella a la vez no me pone reparos», dice De Moya.

Para que funcione el bipartito remarca que es importante, como ha sucedido hasta ahora, que «no haya fricciones» y que «una no ponga en un brete a la otra». «Estamos para gestionar y trabajar por Orpesa, que es lo que la gente nos pide. Si hubiera algún desaire nos penalizaría a las dos», concluye la actual teniente de alcalde, que no esconde sus «ganas» de convertirse ya en la primera edila, aunque adelanta que la línea que seguirá es la misma: «Por qué tocar algo que está funcionando».

Pactos en otros municipios

Otra localidad con una fórmula similar en la que el pacto de gobierno --también PSOE-Ciudadanos-- incluye un cambio de alcalde es Castellnovo, aunque en este caso el reemplazo de munícipe no llegará hasta el 2022. La socialista Carmen Gil será la alcaldesa los primeros tres años de legislatura y Ramón Herrero (Cs) la sustituirá el último.

La formación naranja también es clave para formar gobierno en otros puntos. En Almassora, con un pacto PSOE-Cs, los socialistas los incorporaron como socios para no mandar en minoría y ahora comparten una legislatura aparentemente tranquila y sin sobresaltos. En Benicàssim, en cambio, con una alianza PP-Cs, el entendimiento tras las elecciones fructificó sobre la bocina y este año recién concluido ha visto cómo la dimisión del exedil tránsfuga de Cs, Domingo Lorenzo, puso en un compromiso la estabilidad del ejecutivo hasta que renunció a su acta como concejal, a principios del mes de diciembre.

En Vinaròs, PSOE y Totes y tots som Vinaròs (TSV) parece que han resuelto sus desavenencias tras la crisis surgida por la rueda de prensa del multicine del centro comercial. En Borriol, la reciente entrada de Veïns al ejecutivo que lidera Compromís desbloqueará el presupuesto, prorrogado desde el 2016.