Hechas a mano

El arte de las cestas de caña ‘made in’ Moncofa

Luis Carrillo lleva más de 60 años conservando esta tradición heredada de su padre que exige horas de dedicación y mucho oficio

Todas las mañanas busca un espacio con buen sol para la tarea.

Todas las mañanas busca un espacio con buen sol para la tarea. / M. A. SÁNCHEZ

Todas las mañanas que puede Luis Carrillo se baja a la calle para buscar un espacio con buen sol y así sentarse y empezar la tarea de elaboración de cestas. Se trata de un arte que este vecino de Moncofa lleva practicando más de 60 años para conservar la tradición heredada de su padre y que ahora que abre la etapa de la jubilación, dedicará más tiempo.

Carrillo recuerda que «nos trasladamos a vivir a Badajoz y con ocho años ya empecé a elaborar la base de las cestas y demás objetos que mi padre hacía». Estima que en aquellos años la vida era muy dura y «nosotros éramos once hermanos y había que comer por lo que yo acompañaba a mi madre a venderlos por los pueblos y en muchas ocasiones los intercambiábamos por comida».

Su vida cambió por completo cuando se trasladó a vivir a la Vall d’Uixó y, años más tarde, llegó a Moncofa tras contraer matrimonio. Asegura que «nunca he dejado de hacer trabajos con cañas que en su mayoría son cestas, pero cuando llegué aquí ya no hacía solo la base porque el aprendizaje me llevó hacer las cestas desde el principio hasta el final».

Selección del material

Carrillo considera que la elaboración de cestas no es tan fácil como parece porque «todas las cañas no sirven, tienen que estar más granadas, es decir, hay que trabajarlas en el momento idóneo y ese es cuando son más flexibles porque si no se rompen». Habitualmente, se desplaza hasta una zona de Almenara para recoger el material más adecuado y es que parte del oficio es «conocer todos los sitios donde hay cañas para cortarlas en el mejor momento». 

Este vecino reconoce que «actualmente hago estos trabajos por entretenimiento y en ocasiones los regalo porque es tan artesanal que no tiene precio, pero me sirve para desconectar y al mismo tiempo para no perder el oficio». 

Reconoce que le gustaría que alguien recogiera el testigo, aunque considera que son muchas horas dedicación para un producto que hoy en día puedes adquirir en cualquier establecimiento. Pero claro «no tiene nada que ver un trabajo que se hace con tus propias manos y, además, cómo es algo que me enseñó mi padre, parece que me tire el seguir adelante». Así, muchos curiosos se acercan a contemplar su tarea y, en ocasiones, la curiosidad les lleva a comprar o él mismo se la regala.