La crónica del encierro de Almassora: El Caragol cumple 50 años de vida con toros de Garcigrande

Espectacular entrada con un toro rezagado que deja momentos de emoción en un recinto expectante

Corredores de toda España se dan cita en el primer acto del completo ciclo taurino de las fiestas del Roser

Los corredores, procedentes de toda España, no cesaron en su empeño de tomar posiciones entre los astados.

Los corredores, procedentes de toda España, no cesaron en su empeño de tomar posiciones entre los astados. / Erik Pradas / Alejandro Navarro

Patricia Rodríguez

En tiempos de relaciones líquidas, sumar 50 años de compromiso es casi un milagro. Pero, a veces, sucede la magia. Cierto es que el romance entre la peña El Caragol y los bous al carrer de Almassora es producto de otra época. Por eso hoy, sin la tradicional lluvia que tradicionalmente les acompaña, la mítica entidad ha bordado en oro su medio siglo de vida con un encierro de Garcigrande, al que le ha marcado el pulso un toro rezagado.

El animal, de color castaño, ha querido marcar distancias con sus hermanos y se ha hecho el remolón en los corrales de la iglesia. Mientras, el resto ha enfilado la calle San Joaquín después de que la máxima autoridad de els caragols, Quique Mollà, abriera el portón junto al excorredor y ahora edil, Juan Luis Marín.

La llegada de la manada --con los cabestros arropando a los tres primeros toros y otros dos por detrás-- a la altura del número 58 ha dejado a sus patrocinadores con los ojos vidriosos y el recuerdo muy presente de los que un día les acompañaron en esta historia. Los animales se han agrupado para llegar al Raval, donde se han visto las primeras carreras y el colorado ha aprovechado el giro hacia la calle Colón para colarse en cabeza junto a los mansos. 

Un colorado se quedó rezagado y aumentó la peligrosidad del evento.

Un colorado se quedó rezagado y aumentó la peligrosidad del evento. / Erik Pradas / Alejandro Navarro

Precisamente, en dicho tramo se han registrado momentos de tensión, cuando un aficionado ha quedado tendido al tropezar con el bordillo izquierdo y uno de los cuatro negros ha resbalado en las talanqueras que acotan la zona, sin pasar a mayores. Un nerviosismo que se ha incrementado al conocerse que un astado iba suelto a mucha distancia. 

A pesar de ello, Almassora ha sonado por bulerías cuando los cinco primeros toros salmantinos se han presentado en la Estafeta de la Vila. El colorado se ha desmarcado unos metros, abriendo paso y liderando a sus hermanos, que lo han seguido de cerca cubiertos por los cabestros; lo que ha hecho más difícil coger toro.

El público se repartió por balcones y barreras para no perderse ningún detalle.

El público se repartió por balcones y barreras para no perderse ningún detalle. / Erik Pradas / Alejandro Navarro

Veteranos y fieles

Sin embargo, los corredores, llegados de todas partes de España, no han cesado en su empeño de tomar posiciones entre las astas de alguno de los garcigrandes y, así, ante la manada se ha formado una nube de caras conocidas con los locales Samuel Valero y Sergio Pérez, el madrileño Álvaro Leyva, el vallisoletano Fernando del Valle o valencianos como el novillero de Faura, Fernando Beltrán, o Sisco Bas y aficionados de la peña El Pont Vell, procedentes de Ontinyent. 

En solitario

Con los cinco primeros ejemplares entrando por la zona del Portal, los aficionados vivían un encierro paralelo en el resto del recorrido: el protagonizado por el castaño. Mención especial para Gonzalo Izquierdo, en su papel de pastor, que ha guiado al animal por toda la calle San Joaquín, al ser conocedor de la complicada situación. También han ido a favor de obra en la calle San Vicente corredores como el almassorí, Víctor Cerisuelo, el murciano Antonio García o el madrileño Alberto Hernández, que lo han llevado templadito para despejar el peligro que comporta un animal rezagado en un encierro.

Pasaban de los 2’ 30” cuando los seis toros, que han demostrado nobleza en su comparecencia, volvían a estar unidos. No era momento de echar nada en cara al díscolo. Hoy, solo cabía la celebración en Almassora. ¡Por 50 años más!.