16 turistas acceden por primera vez a la parte oculta de les Coves de la Vall d'Uixó

La noticia de este domingo en les Coves de Sant Josep podría ser que, una vez más, tuvo que colgarse el cartel de no hay entradas. La Semana Santa es una de las épocas álgidas en cuanto a número de visitantes en este preciado destino turístico de la Vall d’Uixó, pero el hecho más relevante de la jornada ha sido que, por primera vez en la historia desde que se abrió al público, un grupo de 16 turistas han entrado a su parte oculta.

El Domingo de Pascua era el día escogido para estrenar Origen, el proyecto con el que el Ayuntamiento, a través de la empresa pública Emsevall, ha puesto en marcha una nueva experiencia con el río subterráneo como atractivo principal. Más concretamente, la parte que solo conocen los equipos de espeleólogos que periódicamente entran más allá del punto hasta el que pueden acceder las barcas en la visita convencional, para saber más de la cueva.

«No podemos más que valorar positivamente que lo que en su día planteamos como una posibilidad sea ya una realidad al acceso del público», explica el concejal de Turismo, Javier Ferreres, quien resalta que este nuevo producto es la consecuencia de la apuesta que se está realizando para «ampliar la oferta de les Coves con productos de alta calidad y diferenciación», con precedentes de éxito como el Singin’in the Cave o el espeleokayak, productos exclusivos que pretenden, a su vez, garantizar la sostenibilidad de la explotación turística del recurso natural.

Tres horas bajo tierra

Expectación, tal vez un poco de nervios y mucha curiosidad, además de ese reconfortante sentimiento de sentirse privilegiados al ser los primeros, esa fue la combinación de sensaciones que ha podido apreciarse en los minutos previos a la entrada a les Coves. Por delante, tres horas de viaje al mundo subterráneo trazado por el río de Sant Josep.

Los 16 integrantes del primer grupo de Origen, entre los que había un menor —la edad mínima para participar en estas visitas es de 12 años— ataviados con los trajes de neopreno, chaleco salvavidas y un casco con luz frontal, han recorrido los primeros metros en kayak, para después tener que desplazarse por estrechos sifones, sumergirse total o parcialmente en el agua, acompañados por un guía especializado de la empresa Viunatura, para descubrir esa otra realidad, la de la oscuridad profunda, donde la tierra sigue su curso alejada de la influencia humana. Formaciones geológicas, playas bajo tierra, silencio absoluto. Un ecosistema de belleza primigenia que bien vale los 100 euros que cuesta la entrada. Las sonrisas de los dieciséis al volver al embarcadero lo decían todo.