Los partidos apenas comienzan a digerir los resultados del 28-A cuando la convocatoria de las elecciones municipales del 26 de mayo urge a activar, a nivel local, la artillería pesada de la que puedan disponer para tratar de decantar la balanza en favor de la propia formación. Irremediablemente, haciendo cálculos complejos y en clave de bloques, en un momento en el que, al igual que en las autonómicas y las generales, ser el más votado no es suficiente, sino que hace falta que el grupo, de izquierdas o de derechas, sume lo bastante cuando el escenario es de abundantes empates técnicos. Es crucial no solo en cada pueblo, sino también para decidir el color del ejecutivo de la Diputación, ansiado por todos y último bastión popular de relevancia, condición que se da por hecho que perderá, al no ser posibles mayorías absolutas, lo que no quiere decir que no gobierne con pactos.

La fragmentación crece y es cuestión de pactos

Con una realidad de creciente fragmentación en el panorama político como telón de fondo, las principales poblaciones de la provincia de Castellón cuentan con alcaldías, precisamente de izquierdas, fruto de acuerdos a tres bandas --al menos-- que salieron de los comicios del 2015, cuando los populares fueron descabalgados de la mayor parte de los grandes municipios castellonenses, en los que la distancia con sus competidores ya es escasa, con apenas excepciones significativas, como en Vila-real entre las grandes o Betxí entre las pequeñas.

La proyección de las elecciones autonómicas

Siempre con la situación propia de cada localidad presente y la importancia del voto a la persona en los comicios municipales, como factores correctores, y con toda la prudencia requerida, la proyección de los datos de las autonómicas, que no dejan de ser la mejor encuesta, aunque la traslación exacta no es posible, deja un escenario en el que todo puede ocurrir todavía en cuando a de qué signo serán las principales alcaldías después del 26-M.

Castelló y Vila-real: dos ejemplos asimétricos

La simulación de resultados en forma de concejales con los votos del 28-A deja servidas en Castelló las opciones de un vuelco en función de lo que pierda el PP. Si se queda en cinco ediles, la reedición del Pacte del Grau podría sumar los 14 de la mayoría absoluta, mientras que si cede solo dos desde los ocho de la anterior legislatura, el Gobierno local sería para los populares, con acuerdos con Ciudadanos, que sumaría uno --falta ver qué calado tiene en el electorado su grave crisis interna--, y Vox que irrumpe con tres escaños en el consistorio. Frágiles expectativas por delante, por tanto, para todos en la capital, pese a la subida de los socialistas y el gran mordisco de los de Abascal al PP que puede producirse.

No lo son tanto, ni mucho menos, pese a lo ajustada que pueda parecer la proyección directa de los porcentajes de las autonómicas en Vila-real. Cabe pensar que la intensa tendencia al alza de los socialistas de José Benlloch, que supera ahora con creces al PP en las autonómicas tendrá un reflejo en su ya sólida posición de mayoría absoluta vivida en esta última legislatura, con un 44% de los votos. La elección de la papeleta en clave solo local, lo que la historia demuestra en el caso de la ciudad de Benlloch, le dará, con toda probabilidad, esa victoria.

El PP puede tomar ventaja en Benicarló, Vinaròs y Onda

Si en la Vall d’Uixó, el PSPV de Tania Baños seguiría una tendencia también al alza y no tendría problemas a priori para repetir, una vez más por las particularidades locales, todo es mucho más inestable en municipios como Almassora, donde la victoria de un lado u otro (siempre bloques derechas/izquierdas) estaría en manos de un solo concejal arriba o abajo para un PP que vuelve a perder fuelle y cualquiera de los partidos del ala de las izquierdas.

Hay tres poblaciones de más de 20.000 habitantes, de las ocho que contabiliza la provincia, en las que la ausencia de Vox permitiría, al menos en el ámbito de las hipótesis y con la proyección del voto autonómico en la mano una ventaja para el PP. En Vinaròs, los dos ediles que la simulación da a un Vox que no se presenta podrían marcar la diferencia si los socialistas no logran empujar lo suficiente al electorado a su favor y estos apoyos van a los populares o a Ciudadanos. El juego que den formaciones como ERPV-AM, PVI o EUPV también está por ver.

Un caso similar es el de Onda, donde tampoco está presente la extrema derecha, que ha cosechado allí casi el 10% de los sufragios en las autonómicas (serían dos concejales) y hay otras candidaturas de partidos locales. Igualmente, en Benicarló, donde los bloques se perfilan también, PP y Cs --socios potenciales y adversarios a la vez-- competirán por absorber los tres ediles que el voto en clave Corts daría a los de Abascal, con más del 12% de los sufragios emitidos en una población en la que también presenta su lista L’Esquerra de Benicarló.

La Diputación y las 135 realidades irrepetibles

Los supuestos descritos tienen su eco en muchos otros lugares, con una tendencia central que tendrá su reflejo, pero con los decisivos matices de la realidad local, irrepetible, marcada por listas de vecinos que pueden no aspirar a mucho, pero si hacer pinzas, como en la Vall d’Uixó o el particular caso de Nules, con el peculiar CCD del alcalde David García. Burriana es otro caso aparte, con la crisis interna de Ciudadanos de telón de fondo no poco relevante, y la presencia de Cibur, elementos que pueden pesar para romper la escasa distancia entre los grandes bandos, de los que es el PSPV de Mª José Safont, con Compromís y Se Puede Burriana quien tiene la alcaldía, pero la proyección de voto autonómico, daría el vuelco a favor del PP de Juan Fuster. Todo lo descrito y, en conjunto, 135 realidades muy concretas, las mismas que municipios, forman el tablero sobre el que juegan el PP en cada pueblo, el PSPV en 131, Ciudadanos y Compromís en 42 lugares cada uno, y Podem y Vox en menos de una decena, con un objetivo que está en segundo plano, pero ferozmente perseguido. El control de la Diputación.

Socialistas y populares, a rentabilizar sus estructuras

Se da por hecho que no habrá mayorías absolutas que sustenten el sillón que Javier Moliner deja el día 26, junto con su actividad política, pero también que PSPV y PP darán una encarnizada batalla pueblo a pueblo y puerta a puerta --en el caso de los populares, mejor si es sin ningún líder nacional que pueda contaminar el trabajo--, eligiendo bien cada campo de batalla para arañar ese voto decisivo para su bloque.