Jose Luis Calleja es guardia civil del servicio marítimo de Castellón y lleva 24 años, toda una vida, destinado en la provincia. El pasado abril viajó a la frontera de la isla griega de Lesbos con Turquía, en la que prestó servicio como voluntario de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex). Una experiencia tan dura como enriquecedora a nivel personal y profesional, reconoce, y que repetirá si se presenta la ocasión.

--¿Cómo surgió la oportunidad de ir a Lesbos? ¿Qué proceso de selección siguió?

--Lo primero que hay que explicar es que los servicios de Frontex son absolutamente voluntarios. Para entrar en la bolsa de guardias civiles interesados en realizarlos hay que tener un buen nivel de inglés o francés y contar con un curso específico en Derechos Humanos y Ética Profesional. Una vez te seleccionan, haces otro curso de experto vigilante en las fronteras de Ceuta o Melilla y, cuando necesitan agentes para algún operativo concreto, contactan contigo. Para mí era la segunda vez en Grecia, pues el año pasado ya controlé la frontera con Turquía, aunque la estancia en Lesbos ahora ha sido diferente porque es un punto muy caliente por el conflicto sirio.

--¿En qué consistía exactamente su labor allí? ¿Cuántos guardias civiles había?

--Éramos tres guardias civiles. Un oficial que coordinaba nuestra misión y que estaba allí de forma más permanente, un sargento de Algeciras y yo, que hacíamos una estancia de un mes. Nuestra tarea era humanitaria y consistía en salvar vidas. Hacíamos patrullas, siempre en tierra, vigilando la posible entrada de barcos con inmigrantes, que se daba de forma muy frecuente. Alertábamos a las patrulleras, nos asegurábamos de que estaban bien y se les remolcaba hasta el puerto.

--¿De dónde venían esas personas?

--De muchos países. Había refugiados sirios, indios, iraquís, dominicanos, birmanos... Todos se hacen pasar por sirios porque creen que así tendrán más opciones de quedarse. Muchos no saben nadar. Ves a niños llorando, familias muy asustadas, tienen mucho miedo. Intentas tranquilizarlas y entenderte con ellos en inglés. Son gente muy educada, culta y con idiomas. Cuando te ven, sienten que ya están a salvo, piensan que están en Europa. Te besan, te abrazan... es una experiencia dura, pero positiva y que te reconforta mucho.

--Profesionalmente, resultará interesante ver cómo trabajan otros cuerpos y fuerzas de seguridad en materia de inmigración.

--Por supuesto. Trabajas con agentes portugueses, alemanes, holandeses, suecos... Practicas idiomas, intercambias vivencias y ves otras formas de trabajar. La comparación me ha hecho darme cuenta de lo preparados que estamos nosotros, tanto a nivel humano como tecnológico. H