AL CONTRATAQUE

Un año nuevo importante

José María Arquimbau

José María Arquimbau

Acabamos de cerrar 2022 y como consecuencia hemos dado también la bienvenida a 2023, que comienza con noticias destacadas y que acabará con un hecho verdaderamente importante como serán las elecciones generales de diciembre, tras producirse en mayo las locales y autonómicas.

Estos primeros días han supuesto la desaparición de tres personajes muy importantes en muy distintos ámbitos; de un lado el fallecimiento de uno de los mayores teólogos de la Iglesia, el papa Benedicto XVI; de otro lado en el mundo del deporte la desaparición del auténtico rey del fútbol, el brasileño Pelé; y por último en España, el fallecimiento de Nicolás Redondo que fuera líder de la UGT y personaje notable en la transición española.

Dada su importancia, habrán leído en los periódicos, oído en las emisoras de radio y visto en la televisión todo tipo de informaciones sobre ellos. Razón por la cual no voy a extenderme más.

Me encanta ver las sesiones parlamentarias tanto de España como de otros países y especialmente las británicas. Imagino que tal y como se ha visto la vida parlamentaria española últimamente, si estuvieran tan cerca como en el Parlamento británico, aquí hubieran llegado a las manos en más de una ocasión. De todas formas hay mucho ambiente entre los británicos en los que se registra mayor participación que en el Congreso y el Senado de España, donde los aplausos de los parlamentarios tras las intervenciones de sus líderes, creo que tendrán como consecuencia acudir a los fisioterapeutas porque deben quedar con los manos coloradas y doloridas. Y es que ante las próximas elecciones todos se esfuerzan porque les vean dejarse la piel por sus líderes no sea cosa que desaparezcan de las listas.

Tanto los partidos, como la sociedad en general, parecen anestesiados; hay poca vida política que no sea la del sí jefe, pocas discusiones vivas de las que nazcan planteamientos nuevos, y pocas discusiones para la formación de listas que anticipen mejoras en las mismas. La sociedad será la llamada a abrir nuevas esperanzas.

Vienen tiempos apasionantes de autopropagandas, de mentiras, de verdades que los electores deberán analizar si son ciertas o no, de juegos políticos florales y de críticas más o menos aceradas y más o menos realistas. Tendrá que hacer cada persona un trabajo como el que recuerdo se llevaba a cabo en el pueblo de mi madre, cuando tras un macho y una tabla de esparto, había que dar vueltas y vueltas a la era para separar el polvo y la paja del grano.

La cruz del Ribalta

En el terreno de lo local no cabe la menor duda de que hay dos cuestiones que han polarizado un tanto la realidad castellonense: la eliminación de la cruz del Ribalta y las obras de la avenida Lledó. Espero de la sensatez de la alcaldesa, que no haga como el presidente del Gobierno que dijo que pasará a la historia por haber sacado a Franco del Valle de los Caídos y diga, si algún periodista se lo pregunta, que ella pasará a la historia por la retirada de la cruz, porque con todos los respetos a las opiniones de cualquiera no creo que aquí eso de muchos votos.

Aquí la gente se muestra más interesada por la eliminación de baches existentes en las calles, porque se pueda circular con normalidad por el centro, cuidando el comercio, que se utilicen algunos edificios públicos como el asilo o la residencia de suboficiales, por ejemplo, y que se hagan las instalaciones necesarias para personas mayores y niños discapacitados, que se estudie bien la reforma de la plaza de la Paz, etc. Seguro que además muchos lectores añadirían en este momento buenas propuestas sin excesiva ideología. Habrá tiempo para ello si los medios de comunicación lo permiten.

Periodista

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