AL CONTRATAQUE

La era de la Inteligencia Humana

Álex Rubio

Álex Rubio

Hace solo unas décadas, la ciencia ficción provocaba fascinación ante miradas al futuro que nos parecían casi siempre místicas y lejanas. Hoy, imaginar el mañana rara vez viene acompañado de suposiciones que no parezcan realizables, o incluso probables, no ya en generaciones venideras, sino en el corto plazo. Parece normal sentir esa inquietud en el estómago, acompañada de vértigo en unos o de insaciable hambre de cambio en otros, si tenemos en cuenta la velocidad de la era que nos ha tocado vivir. Porque este acelerado ritmo nos hace interiorizar con tanta agilidad los cambios sociológicos impulsados por la tecnología que a menudo perdemos la noción del tiempo. Un dato paradigmático: hace 25 años aún no había nacido Google, y solo uno de cada cien españoles se había conectado alguna vez a internet. Ahora podemos pagar la compra con un reloj. Representamos un minúsculo grano de arena en el desierto de la humanidad, pero somos sin duda el que más ha mutado y encontrado aplicabilidad práctica de su evolución en menos tiempo. Y, como también les pasó a algunos de nuestros antepasados, estas ideas nos han colocado en el borde del siguiente escalón de la evolución humana. En él, innegablemente asoma la inteligencia artificial (IA), que puede que no sea la respuesta, sino tal vez la pregunta, o la precursora, o el freno o el acelerador de lo siguiente. Quién sabe. Pero alguna de esas cosas, o todas a la vez, será. De eso no hay duda.

Esto solo acaba de empezar

Al igual que ya hicieron anteriores invenciones relevantes del ser humano, la inteligencia artificial está provocando el debate en torno a su empleo, su utilidad, su ética o su legalidad. Nada sorprendente. La llegada de la imprenta causó el pánico a la difusión de ideas peligrosas o heréticas. Del ferrocarril preocupaba que la velocidad de los trenes perjudicara la salud de los pasajeros, o que las industrias o comercios locales pudieran verse afectadas por la conexión con otras ciudades. Con la electricidad se temía por los incendios o electrocuciones, y se pensaba que las máquinas reemplazarían la mano de obra humana. La IA está ya en ese exacto foco de la conversación en cualquier contexto a nivel profesional o personal, y esto solo acaba de empezar: únicamente estamos en su embrión.

La incorporación, hace apenas un mes y medio, del modelo de lenguaje preentrenado GPT-4 dentro de ChatGPT ha empujado a la IA al completo al centro del escenario. Este motor conversacional de Open AI, entidad que nació en 2015 sin fines de lucro pero que podría tener la clave de la economía del futuro, es la aplicación más destacada de las herramientas de IA texto a texto, y ya permite dialogar con una eminencia artificial, pero con base humana, de cualquier campo. Aún tiene limitaciones, puede engañarnos, conviene no fiarse al completo… Pero en unos minutos de uso ya hace entender a cualquiera que no estamos ante una moda pasajera.

Pero más allá de ChatGPT son cientos las aplicaciones y herramientas de IA que cada semana surgen en direcciones muy diversas: para crear imágenes, vídeo, música, audio, o para mejora de productividad, desarrollo personal, programación, finanzas… También para realizar consultas médicas, personales, sentimentales, viajeras. Con toda la prudencia exigible, pero el único límite que se visualiza en la IA actual y su futuro es la propia imaginación. Como cualquier sector económico, la industria del márketing y la comunicación, vital en el intercambio entre la ciudadanía y el mercado en la sociedad, dispone ya de un versátil conjunto de posibilidades al servicio de los profesionales del sector. Para ayudarles a ser más eficientes, proveerles de perspectivas o dotarles de profundidad. Y, por ende, puede permitir a empresas de cualquier tamaño desarrollar enfoques estratégicos tan contundentes como los de una multinacional. Porque la democratización de la IA es ahora mismo una evidencia: el conocimiento de sus opciones y la perspicacia en su empleo superan ampliamente sus barreras presupuestarias de acceso.

Responsabilidad

La velocidad exponencial de la IA y su visibilidad en los últimos meses ha provocado que el propio sector adquiera aún una mayor conciencia de su responsabilidad. Y esto generará un escenario más regulado, con una orientación y unas soluciones más claras. Pero, a su vez, eso no hará sino dotar de una mayor popularidad y velocidad a la industria, que a buen seguro se quedará como un agente imprescindible y decisivo en el márketing, como también en cualquier sector empresarial y en la sociedad en general. Nos guste o no, seamos más ágiles o más lentos, más prudentes o más intensos en su empleo, la IA ha venido para quedarse. Es por eso que es ahora el momento idóneo para entenderla y visualizar cómo sacarle partido, reflexionar y nutrirse de puntos de vista, para dirigirla hacia la seguridad y el bien común. Porque la era de la inteligencia artificial deberá ser, más que nunca y de forma decisiva, también la era de la Inteligencia Humana.

Director y Chief Strategy Officer de Twelfhundred. Profesor de la UJI

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