SIN RESERVAS

Bienvenidos a la vida real

Hoy, como hace diez años, la tele pública de los valencianos vuelve a estar amenazada de muerte

Javier Andrés

Javier Andrés

No recuerdo cuando publiqué en Mediterráneo mi última columna Sin reservas que empecé a escribir en la década de los noventa. Del siglo pasado, claro. Una cita con los lectores, entonces diaria, que se mantuvo después durante años en el desaparecido Levante de Castelló. Tras un paréntesis de ocho años vuelvo al periódico que siempre fue mi casa y que tuve el honor de dirigir. Lo hago en calidad de opinador y como antes sin más ataduras que las de mis convicciones y mi acertada --o no-- facilidad para expresarlas. Que eso es realmente lo más complicado.

Y como escribía ayer vuelvo a hablar de nuestra televisión. Porque hoy, como hace diez años, la tele pública de los valencianos vuelve a estar amenazada de muerte; de cierre, que en la práctica viene a ser lo mismo. A falta de conocer un pronunciamiento concluyente del PPCV sobre la continuidad de À Punt, lo que sabemos es la posición tajante de su socio de gobierno. Vox la quiere cerrar. Se lo oímos decir al candidato Carlos Flores en el debate electoral previo al 28M desde el atril del plató de À Punt. Sin esconderse, oiga, con dos cojones que dirían ellos. Con la misma vehemencia con la que agredió y amenazó verbalmente en público a su pareja tras un divorcio duro. Que así lo definió Feijoó en una manifestación tan desafortunada como inquietante de quien aspira a gobernar España.

Hay que apagar À Punt por sectaria, catalanista y feminista, entre otros pecados capitales. Lo dicen quienes no cierran el altavoz de la política a condenados por violencia psíquica, coacciones, injurias y vejaciones a una mujer. No. A esos basta con mandarlos a Madrid después de comulgar con su evangelio de intolerancia para garantizar cuatro años de gobierno. Si París bien valía una misa, recuperar esta Comunitat vale lo que pidan. Lo que sea. Así lo reconoció de forma explícita el ya Molt Honorable Carlos Mazón entre amigos; donde los hombres se cuentan esas cosas que no suenan bien en público y que son mal ejemplo para los indefensos menores siempre en peligro de adoctrinamiento.

El corazón helado

Se lo hemos leído también en un tuit a Llanos Massó. La nueva presidenta de les Corts, sin pecado elegida, se refirió a la tele autonómica como «A punt de tancar» por el grave delito de valencianizar el nombre del CD Castellón. Gracieta que, supongo, dejó el corazón helado a los trabajadores que el 29 de noviembre de 2013 vivieron en sus carnes, y en la de sus familias, el traumático cierre de Canal 9 a manos de Alberto Fabra. Diez años después no merecen revivir aquel drama.

La presidente de Vox en Castellón --que así, en masculino, figura en la web del partido ultra-- promete horas de gloria televisiva y carnaza mediática para tertulianos de uno y otro bando. Desde el púlpito de su cargo institucional, el segundo más relevante de la Comunitat Valenciana, se va a hacer oír con mucha más fuerza que cuando defendía en la calle los postulados de la ultracatólica y antiabortista plataforma HazteOir.

La primera en la frente… o mejor, enfrente. Que así se quedó ella, plantada frente a la pancarta institucional que condenaba la violencia machista el día después que una mujer moría degollada en Antella. Nada nuevo bajo el Vox: ya lo hacía cuando era una simple diputada de a pie. En eso el cargo no se le ha subido a la cabeza, lo cual es tanto de agradecer como de lamentar.

En esas estábamos cuando Mortadelo y Filemón quedaron huérfanos. Se nos ha ido Francisco Ibáñez la semana en que Vox, el socio necesario, deja en Borriana otra muestra de su barbarie cultural y su vena inquisitorial al censurar revistas infantiles. Dicen que Rompetechos ha colgado en la fachada del 13 Rue del Percebe una lona en apoyo a Camacuc y Sacarino ha cambiado la suscripción de ABC por la de Cavall Fort. Será verdad, porque esas cosas solo pasan en el TBO.

Bienvenidos a la vida real.

Periodista y escritor

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