BABOR Y ESTRIBOR

La felonía de la necesidad virtud

Ya verá Sánchez cómo va lidiando a independentistas y bilduetarras, si es que puede

Basilio Trilles

Basilio Trilles

El espíritu del felón Fernando VII envolvía la atmósfera de la reunión de corderos en la que convirtió Pedro Sánchez la cita del Comité Federal del PSOE, celebrada el pasado sábado para revestirse del apoyo para pasarse la Constitución por el arco de triunfo y garantizar de forma saducea el apoyo de la militancia, que deberá opinar a la pregunta que yo mismo suscribiría en positivo de tener el carné con el puño y la rosa: «Apoyas el acuerdo para formar un gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria». El compañero Rubén Amón, en el programa de Susana Griso, sintetizaba el escenario sanchista vivido cuarenta ocho horas antes en Ferraz apuntando a «la cara petrificada de Fernández Vara», uno más de los dóciles dispuestos a seguir al jefe hasta el despeñadero aunque se le revuelvan las tripas. Solo dos voces discordantes en el cercado socialista, las del barón García-Page y el exalcalde de San Sebastián, Odón Elorza. El resto de intervenciones, una treintena, resultaron balidos agradecidos al pastor, no vaya a ser que los aparte del pesebre. Las crónicas de la jornada recogieron sensaciones encontradas de asistentes que desde la seguridad del anonimato mostraron estupor cobardemente contenido ante Sánchez. «Salimos como entramos, sin saber más sobre la amnistía», una de las perlas que pudimos leer.

Vítores y aplausos

El pasado martes escribía en este mismo espacio destacando las palabras de Zapatero en apoyo al alumno aventajado: «Cuando uno gobierna es normal que cambie de actitud». Respecto al pragmatismo moral del expresidente yo añadí: «Sobre todo si hace de la necesidad virtud y suelta la trola de que el esfuerzo desplegado en ceder ante los separatistas es en bien de la convivencia de Cataluña y en el marco general de la nación». Lamento haber dado en el clavo de la predicción. En el Comité del sábado, Pedro Sánchez tiró del inacabable cuajo que lleva en los genes y no se trabó la lengua al proclamar: «Defiendo la amnistía para hacer de la necesidad, virtud», asegurando que lo hacía «en nombre de España». Ante tamaña desvergüenza el líder socialista recibió vítores y aplausos. Ayer nos desayunamos con unas reveladoras declaraciones de Jaume Guardiola, presidente del Cercle d’Economia, organización que en su momento anunció estar dispuesta a apoyar la amnistía si los independentistas renunciaban a la unilateralidad, extremo que no se ha producido. Más bien al contrario, Puigdemont es muy claro al afirmar que «nunca» renunciará unilateralmente a la independencia de Cataluña. Detalle mollar que Sánchez ocultó a su fiel Comité Federal y que sigue ocultando en la pregunta de perogrullo trasladada a la militancia.

Tanto Junts como ERC siguen manteniendo la amenaza: «Ho tornaren a fer». Guardiola, coherente con el posicionamiento de la entidad catalana Cerce d’Economia, argumenta lo que diría un estadista responsable ajeno al chantaje de quienes tienen como objetivo romper la unidad de la nación española: «La actitud de Puigdemont es incompatible con negociar la amnistía». El posicionamiento del presidente en funciones del Gobierno resulta diametralmente opuesto: «Hay que hacer de la necesidad virtud. Es la única vía posible para que haya Gobierno en España y no haya repetición electoral». Sánchez Pérez había prometido traer detenido a Puigdemont para que compareciera ante la justicia y siempre negó la amnistía. Ahora, desde la Moncloa y Ferraz trabajan con celeridad para que el delincuente fugado en un maletero regrese al estilo Josep Tarradellas, en loor de multitudes: «Ja sóc aquí». Y pelillos a la mar. Ya verá Sánchez cómo va lidiando a independentistas y bilduetarras. Si es que puede.

Periodista y escritor

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