EL TURNO

Defunciones que no se celebran

Araceli de Moya

Araceli de Moya

Ayer celebrábamos el día de Todos los Santos con multitud de eventos a lo largo de toda la provincia de Castellón.

Oropesa del Mar no fue una excepción, y además de la Santa Misa en el cementerio municipal que se celebró por la tarde, pudimos disfrutar de música sacra en nuestra parroquia San Jaime.

Un día de tradición entre las familias españolas; a la hora de visitar el lugar de descanso eterno de sus seres queridos, a la hora de sentarse a degustar postres típicos de estas fechas, o merendar castañas asadas en familia.

Hoy sin embargo, Día de los difuntos, los católicos celebramos el día de las almas que, aunque todavía están en el purgatorio, buscan nuestras plegarias para redimir sus culpas y ver la cara de Dios.

Y, ya saben ustedes, por cada buñuelo de viento que coman, se libera una de estas almas. Esta y otras muchas costumbres y tradiciones de nuestro país, forman parte de nuestra Cultura.

Los años me han enseñado que pocas son las cosas que ocurren por casualidad y, más bien, lo hacen por causalidad. Estos días vienen cargados de gestos. La jura de la Constitución de la Princesa de Asturias este martes, pero también los intentos, cada vez más certeros, por aprobar una ley de Amnistía que dé carta blanca a las fechorías más viles contra España y contra nuestro patrimonio histórico, político y cultural. Ni más ni menos. Treinta monedas de plata para vender nuestro Estado de Derecho, confundir los tres poderes del Estado en una cabeza de Presidente que, a este paso, no le quedará país que gobernar.

Pérdida de calidad democrática

Algunos lo llaman Avanzar, pero lo que no dicen hasta dónde o hacia dónde. Yo se lo diré en pocas palabras: hacia la pérdida de calidad democrática en nuestro país, en el pensamiento único y en una mayor inseguridad jurídica, y también ciudadana, a partir de ahora, que también padecerán incluso españoles vascos y españoles catalanes. Lo digo por eso de aprobar una ley que no es que perdone, sino que borre como delitos los actos de traición a España, sedición, daños en el mobiliario urbano y un largo etcétera de actos vandálicos. En fin, el simbolismo de tratar hoy esta encrucijada que elige defenestar todo un país por la puerta de atrás, a pleno sol y alevosía, en el Día de los difuntos, es querer ver a España con medio pie en la tumba.

Y si los españoles siguen durmiendo el silencio de los justos, en pocos años rezaremos el réquiem por la difunta. Puede parecer esta una reflexión catastrófica pero ya les adelanto que para mí hay defunciones que no se celebran, ni siquiera el día de los difuntos, y esta es una de ellas.

Alcaldesa de Oropesa del Mar

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