la rúbrica

Art. 49 CE: reforma y dignidad

Artemi Rallo

Artemi Rallo

Reformar el artículo 49 de la Constitución constituye una obligación ineludible. Un precepto que en 1978 resultaba motivo de orgullo por precoz, adelantado a su tiempo, vanguardista, visibilizador de una realidad oculta de la que se apartaba la mirada, precursor en defender los derechos de las personas con discapacidad y abanderado del cambio que se avecinaba para dignificar su existencia.

Hace 46 años, aunque hoy resulte difícil de imaginar, no era extraño referirse a las personas con discapacidad con términos como «disminuido», «deficiente», «minusválido» o «¡subnormal!».Hoy, en 2024, no hay sensibilidad humana que soporte estos apelativos. Afortunadamente, los tiempos cambian, así como la percepción social, las mentalidades y la realidad. Y, con ello, deben cambiar las normas (también las normas constitucionales).

No se trata solo de palabras, por muy hirientes que resulten, sino de actualizar el anclaje constitucional que deje atrás la visión tuteladora de 1978 para consagrar la plena autonomía personal e inclusión social de las personas con discapacidad. El PSOE lo intentó ya en 2019 y 2021.

2024 es la cita ineludible para lograr una Constitución más inclusiva. Si en 1978 el consenso alcanzó a 169 artículos (17.376 palabras) no debería ser tan difícil hoy lograrlo con un solo artículo y, al menos, una única palabra («disminuidos»).

La verdadera defensa de la Constitución empieza por reformarla actualizándola a una realidad cambiante y evitando la desafección de los ciudadanos. Abandónense miedos atávicos que abocan al inmovilismo y la atrofia y renúnciese a bloqueos ventajistas.

Siendo lacerante el insufrible retraso en la reforma del art. 49 CE no lo es menos la aparcada supresión de la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona que, por mucho que intentemos disimularlo, nos tiñe de vergüenza al confrontarnos con una mirada patriarcal y machista propia de siglos atrás. Y la lista de reformas pendientes no acaba ahí.

Resulta inexcusable renovar consensos y fraguar nuevos acuerdos para un país y una sociedad distintos tras casi medio siglo de vida constitucional.

*Diputado por Castellón del PSPV-PSOE en el Congreso